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Mostrando entradas de octubre, 2015

Deidad

Michal Macku creador de la técnica “Gellage” (la mezcla del collage y de la gelatina) en numerosos autorretratos. Ojos inmensos, con fisuras de abismo. Palabra fácil de frágil genio. No es lo que encierra su voz de nigromante, truco aprendido de prestidigitador, escamoteando el tiempo en lo fingido. Ni siquiera es el reverso de sus pupilas de águila. Tampoco es la sonrisa gobernada, oculta en los cajones del cerebro, Es su poder mordaz, su autoridad de miura, su posición de trono y la certeza de que el mundo se lo debe todo. Otoño vinculado a los psiquiatras. Coleccionista de mujeres bellas Marchito archivo de madera y hierro... Aferrado a tu espectro resentido de madre. Tironeado por hilos invisibles e inciertos Un preso, un infeliz, un enfermo, un poseso… La danza de ADN espacial, inexplicable y regia implacable obsesiva confesa... no libera tus huesos. Entre euforias y llantos te confina a tu abismo y te aferras ingenuo a tu aprendido estatus de genio atrapado en la quimera esperand

Ni siquiera pagando...

Chica tomando café de Guillermo Martí Ceballos Es como una derrota saber que lo que quieres ni siquiera pagando alguien podría ofrendarlo. Saber que tus narices han perdido el olfato y sin embargo sabes que no era así el aroma del Jardín del Edén. Ni siquiera pagando ni siquiera un esclavo ni siquiera otras manos impregnarán al tacto lo que fue y ya no es. Y tus jadeos se hunden en aristas de armarios, en cajones sin orden, en ventanas nubladas, donde arañas y hormigas suelen mirar también. Te miras a ti misma sentada a media tarde en la mesa del patio disfrutando un café y aquel sensual aroma de mujer satisfecha no regresa, no vuelve ni siquiera pagando. ©Leibi Ng

DÉCIMO DUELO

De la mirada del que ríe airoso audaz, burlona carcajada se esconde el pensamiento en la experiencia, de no mostrar no más que conveniencias. De las manos al aire, sus cortejos -dedos ansiosos bajo el control gélido- Así la voz del dios que antes fue verbo. Apremiante y voraz, reto es el duelo entre dos que olvidaron los encuentros. Solo tienen para actuar segundos. Permanece inmortal el tiempo yermo. Bajo el signo fatal del conformismo se resigna la mano del suspiro y dice adiós queriendo decir sino: Apuesta nuevamente al desvarío. De no ser por su estéril dignidad las huellas del encuentro sin registro se pierden en la espera de su cielo como el décimo empeño del suicidio. © Leibi Ng