Pongamos que el fracaso se tornara en victoria... que el núcleo del abismo ni en sueños fue alcanzado... que jamás una lágrima se derramó en mi alcoba y que la rabia nunca entró golpeando almohadas... y hay sólo esta manía de suponer ¡exordio! que tu vida y la mía jamás tocaron fondo. Porque ahora mis dedos se repliegan intactos sin un destinatario, sin cómplice y sin halo invento melodías en la luz evocada repito como Eco: "jamás tocamos fondo". Supón que aquel momento del libro iluminado fue más que luz, asombro tu y yo quedamos ciegos, felices deslumbrados... el tiempo se detuvo y nos volvió uno solo: un faro condenado a iluminarlo todo. ©Leibi Ng