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Trasplante

Puede ser luna llena e hincharse la ciudad de luz brillante… Puede oler el jazmín encima del fulgor zigzagueante y tenaz de caracoles lánguidos, pero aquí solo hay par de secos filones explotados por dos. Biográfico, tal vez, testimonial, no sé, pues secreto no es que dado el corazón hueco se quedará el trágico donante. Sin alas, y peor sin ganas de mirar siquiera el aire. Y es así que un buen día como si fuese avión le pasa el receptor (junto a su amante) trémulo todo ser de ufano corazón muy ajeno al debate que para vivir él ha debido dejar primero a otro cadáver. ©Leibi Ng