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Herencia capital

  Cual padre paranoico reiterando las mañas remarcando las huellas con persistencia y tino de camino sin fin permanecen las cosas sobre las que navega sin nave repitiendo del Cristo los pies en lo intangible que se mantiene a flote convidando el asombro. Es eso que transcurre que fluye aunque no mane que valoran cual oro pero oro no es. Un camino infinito hecho con eslabones  en certezas bordados, pérdidas invisibles, pero frágiles lágrimas o pompas de jabón. Todo el mundo lo tiene y todos dilapidan especialmente yo. Quienes llevan agendas saben de lo que hablo si queda sin hacerse, la cosa no cuenta como un hecho y pasa a los pendientes, igual de acumulados. Preciso, rencoroso, mudo, cruel e implacable parece detenerse cuando chocan las almas asunto del destino o de física cuántica que unos llaman amor. Sigue a sus tres cabezas: hombre, toro y león guadaña parricida, impasible matón. Al final, él te espera sentado en el panteón. La ilusión siempre viva te hará sentir que eres de él mi

Sin desperdicios

Una fortuna contada por segundos acumulados es la vida. Al llanto primigenio siguen las sonrisas y también la euforia de los primeros años correteando libres como lagartos sin escoltas. Somos la herencia que se consume lenta desde la cuna hasta la tumba. Justiciero implacable el padre Tiempo, no permite derroche tampoco el exceso. Así va la vida como hipoteca de oro. En el balance de los días mejor llegar al fin sin arrepentimientos. ©Leiby Ng