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Taigeto*

Él descubrió la llave del alma femenina: Vulnerable cual niño confesó sus dolencias. debilidades, taras, cicatrices, cortadas, mutilaciones ciertas y por tanto variadas. Ante ingenua franqueza la mujer se amilana saca amazona interna y asume la batalla: Yo te defiendo, hijo. Yo te suplo, mi alma que para eso me han dotado los ovarios que ovulan y un útero engarzado con divina misión: A la vida dar vida y a la muerte prisión. Y poquito a poquito el mendaz se hace fuerte: Fuerte en hábitos fijos, fuerte en líos y tramas chupador de pezones ya nocturno, ya diurno... Hasta que bien seguro va sacando sus armas; vengativo, asertivo cercenador de palmas. Y un día el alma grande de la madre que espera se eleva en su estatura y saca fuera el karma lanzando al hijo ajeno al Taigeto que aguarda. Con la única tragedia de que instinto materno en otra hembra renazca y el infeliz arraigue y de nuevo amamante. © Leibi Ng * El Monte Taigeto fue utilizado por los espartanos para la ejecución de los reci