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Parke Harrison. Reclamation En la dicotomía de tu historia aullas como lobo solitario maldices la trampa de la gruta sinuosidad sosobra sima cepo. Lo diste todo en tu alarido triste te entregaste en vida en un amanecer, sol de deberes, que te multiplicó sobre el mapa vital de la pareja. ¿Qué más podías dar tú, que ese amor bendecido en la chica parroquia del pueblito perdido? El mismo que quedó enterrado en la montaña mientras tú, marinero ofrendabas batallas. ¿Qué más se te pedía que no entregaras presto con la agonía del día? El fruto de tu semen se convirtió en discordia, a ti tan parecido tan viril y tenaz. Los años construidos se derrumbaron juntos elevando un abismo de honda depresión. Todo entonces fue frío,  ajado cual tedioso periódico de gran circulación... actualidad hecha rito. Pus brota en tus entrañas, en tu cerebro, llanto en tus manos el monstruo de la desolación con diez tenazas raudas a hacer de ti una máquina un mecano brilloso, anquilosado y torpe alienado y curvado

"No hablo, no acuso, no hago dinero..."

Quebrada una vez más, sin pretensiones el aprendizaje del mensaje de la infancia vuelve reiterativo, con posibilidades plenas: no estás invitada. No entres. Retorno más ancha, poseedora de la nada inmensa te escucho y aletea el harakiri como ángel familiar: ¿Para qué continuar sorbiendo aliento? ¿Acaso no es el fin? Pero era el fin desde el comienzo de los tiempos. Ergo ¿qué importa persistir? Resignación o estupidez regodeo acomodaticio en el umbral perfecto: "No hablo, no acuso, no hago dinero" pero observo y duele todo lo ajeno y falso lo equivocado y turbio la satrapía y la gula el hambre y sus hienas la sumisión y la entrega... ¿Para qué pensar querrá el esclavo? Obedecer es de autómatas y salva el pellejo vil de animal apaleado la crueldad no desafiada del sádico que manda y la triste verdad de que le presto mi energía a una luz que oscurece. Y lloro.