Era un libro pequeño...

Era un libro pequeño de unas doscientas páginas. Tenía tapas duras AEDO era su casa. Me miraba piadoso desde el asfalto negro y me ponía “Leyendas del Cielo y de la Tierra": Atronaba en silencio. Yo no quería ensuciarme, Vergüenza es recoger lo que tiran en calle, Pero el grito era inmenso y era débil mi sangre. Me incliné con presteza y guardé en mi mochila el libro maltratado, caído u olvidado. ¡Quién sabe qué destino lo arrojó en el camino! Cuando llegué a mi casa, ¡Milagro! Aquel prodigio era el libro más lindo que entre horizonte y Cielo Yo había recogido. De allí salieron santos, Estrellas, peregrinos, Reyes y damiselas, Monstruos, mares, mendigos… Yo lavé con ternura Los pétalos escritos y No fue un libro solo, Sino mi fiel amigo. Él me ayudó a creer aún todo perdido se derrumbara entorno de mi frágil destino. Desde entonces bendigo las manos que piadosas en mitad del asfalto recogen algún libro. ©Leibi Ng