Asumí el alud de tus mentiras armando el entramado al pie del alba; Quería creer contra toda evidencia. Fui colocando como monja en claustro uno a uno los barrotes de mi verja. En el patíbulo, bajo los campanarios, el verdugo afilaba su herramienta voz de averno, luces del infierno cara y cruz del amor sempiterno. Mi lengua, símbolo de mente alucinada será guillotinada cual ofrenda por la confesa culpa de creerte obviando la evidencia. No hay peor ciego que el que niega luz, aún sea pródiga y cierta pecar en fiel inmolación, fatal suicidio que el que por gusto muere se goza con su infierno. ©Leibi Ng