Herencia capital
Cual padre paranoico
reiterando las mañas
remarcando las huellas
con persistencia y tino de camino sin fin
permanecen las cosas sobre las que navega
sin nave
repitiendo del Cristo los pies en lo intangible
que se mantiene a flote convidando el asombro.
Es eso que transcurre
que fluye aunque no mane
que valoran cual oro pero oro no es.
Un camino infinito hecho con eslabones
en certezas bordados, pérdidas invisibles,
pero frágiles lágrimas o pompas de jabón.
Todo el mundo lo tiene
y todos dilapidan
especialmente yo.
Quienes llevan agendas saben de lo que hablo
si queda sin hacerse, la cosa no cuenta como un hecho
y pasa a los pendientes, igual de acumulados.
Preciso, rencoroso, mudo, cruel e implacable
parece detenerse cuando chocan las almas
asunto del destino o de física cuántica que unos llaman amor.
Sigue a sus tres cabezas: hombre, toro y león
guadaña parricida, impasible matón.
Al final, él te espera sentado en el panteón.
La ilusión siempre viva te hará sentir que eres de él millonario
y segundo a segundo
lo tiras inconsciente
con desprecio y con saña
con desdén y furor
porque heredaste el tiempo, con todas sus edades
y ahí te quedas, inerte, sin emplearte a fondo
como un pájaro atado o ruiseñor sin voz.
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