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Mostrando entradas de octubre, 2016

Frágil

Yo nunca amé el vuelo de las mariposas. Me daba miedo su fugacidad. Quedé atrapada más de una vez, -lo juro-, en polvos de alas y nervaduras frágiles, como esqueletos hechos por orfebres. Pero esos afanes de libros y crónicas, donde exhortaban a corretear tras ellas, no conmovían mi alma sedienta de lo duradero. Y sin embargo, al final de mi vida, ellas me portan mensajes del cielo, y en sus cabriolas hay más vida eterna que en las palabras de un poeta nuevo. Yo no sabía que amaría tanto el frágil vuelo de las mariposas. © Leibi Ng

Cara a cara

Yo solía escribir de las sirenas. Pensaba que al Caribe le faltaban más mitos y piratas... más batallas y dramas. Por eso siempre me pongo en estado de alerta cuando leo noticias o cuentos sobre náufragos, buques hundidos, calamares gigantes o tortugas que hablan. Un día pregunté a Poseidón si podría visitarlo en su palacio de sales transparentes y él me miró como mira Kuan Yin, la Compasiva, perdonando la vida. -¿Qué quieres tú buscar en las profundidades si estás más cerca del Aire? -Es que la vida es reto, le dije sin hablar. Así que me permitió suicidarme. Quise emular la llama de la pasión que otro encendió en la playa. Pero no conté con la arena mojada ni me di cuenta de la brisa del alba. El corazón que miente es como una medusa: se parece a una lámpara pero no bombea luz. Y la pequeña llama se apagó sin calentarme el alma y entonces fui una ahogada embalsamada en algas, flotando en arrecifes de puntas afiladas. Y desde entonces puedo hechizar con la mirada a los peces que osan

Cese

Así como roto el vínculo cesa; pretexto el trabajo. Sujeta a extravío, de invitada al festín paso a ser parte de la servidumbre. El dolor no es grande, grande es ser testigo de la muerte lenta del canto del cisne. ©Leibi Ng