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Mostrando entradas de noviembre, 2017

PAÍS

De tres continentes: puerta. Ombligo del planeta. ©Leibi Ng

BUFFET

¿Qué te puedo contar que ya no sepas? Me refugié en las letras. El tiempo que pasaba acariciándote ya se ha quedado preso a mi espaldas. A pesar de que aún no controlo las riendas del potro de la vida, a discreción las tenso. Freno recuerdos de los años felices y abono así un presente de peces voladores. Ya sabes: genio y figura, hasta las alturas. Eso sí te lo admito, cursilerías aparte (de lamentos idiotas está llena la vida). Ahora mismo me encuentro empacando tus besos esos que bajo el olmo me arrebolaron toda. Los donaré mañana a una fundación nueva pues me han dicho que otros les darán un destino. Si de algo estoy segura es que estoy renunciando a recorrer la mesa del buffet sin probar ni las fresas. Con la expresión ya agria me hago una limonada... Rechazo el licor dulce de recordarte siempre. ©Leibi Ng

CASA DE MUÑECAS

                                              A Delta Soto, que no me deja olvidarla. Llega el día en que el dolor cede. De tanto querer salir rompe el cuerpo. Muñeca de porcelana hecha con mimo has cumplido al ganar tantas batallas por hallar a toda costa la parte que te faltaba. Lo de adentro, transformado en viento y nubes ya se escapa hacia el espacio, la nada... Sentimiento, semejante a la energía se hace agua, y una lluvia misteriosa moja el alma. Ya no hay huesos, ni tendones... ya no hay carne solo un pedazo que muere por buscar otro pedazo. Es la mutación humana La Llorona La Ciguapa La Dama de la Isla La Virgen de la Sabana... Todas llorando en las playas su soledad traspasada y aquél hueco que no llenan ni los objetos, ni los papeles, ni los hijos, ni toda deuda saldada. Ahora es libre y se disuelve como la saliva echada Y en algún lugar del Cielo hay un Dios que se derrama. ©Leibi Ng

TU RETRATO

El misterio que da brillo a tus ojos desde una vista inmóvil de tu rostro, me hace temblar como si el suelo errara y toda yo, fuese una cosa informe. Rayos penetran mis blandas pupilas ¡y mi alma en llamas se incendia ella sola! Combustión espontánea que me aterra: me reduce a cenizas muerta en vida. Hay ojeras y un guiño desde tu retrato de un dios que mira traspasando el cielo sobre las cosas que los dos sabemos... Pero te aprieto fuerte con mis dedos para que te calcines en mi espacio mismo. ¡Renaceremos dos, yo estoy segura como estrellas, planetas o dos viandantes! ©Leibi Ng

Las jardineras del Barrio Chino

Las jardineras del Barrio Chino no tienen flores, plantas deseadas, ni enredaderas, ningún trifolium, ni una matica, ni una albahaca. En ellas crecen diarios, cartones... sólidos, aguas, vidrios, bidones... puede que nazcan después de un tiempo sopas, refrescos, algún picapollo. Las jardineras del Barrio Chino sin ser sombrillas regalan sombras son el banquito de los cansados el muro estrecho del desganado. Las jardineras del Barrio Chino guardan las letras de lo pagado facturas rotas, rosas, azules frágiles, mustias, papel cuadrado. Las jardineras del Barrio Chino en vez de flores ofrecen hombres puede que el árbol que ellas contiene se robe el alma de alguna forma y me parece que por las noches entre susurros toman y llaman                            a ese que pasa. ©Leibi NG