Tan solo recordar ese momento en que dejas las cosas pendulando con una posibilidad de fuego donde cenizas vuelan en la tarde... Suspendidas las voces en un gran holograma suplican la memoria como fantasma que se niega a estar muerto. Mortuorio, lapidario, sostenido el tono a tris del llanto saca pecho para soltar las manos como quien leva anclas. La voz impersonal de las bocinas La puerta de abordaje que no espera La fría soledad hecha de acero... Hace tiempo no asisto a funerales ni a misa los domingos en mi barrio ya no hacen horas santas no voy al cementerio... Ahora que pasó el tiempo reconozco el valor de los rituales para decir adiós y dar paso a lo nuevo. ©Leibi Ng