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PAÍS

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De tres continentes: puerta. Ombligo del planeta. ©Leibi Ng

BUFFET

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¿Qué te puedo contar que ya no sepas? Me refugié en las letras. El tiempo que pasaba acariciándote ya se ha quedado preso a mi espaldas. A pesar de que aún no controlo las riendas del potro de la vida, a discreción las tenso. Freno recuerdos de los años felices y abono así un presente de peces voladores. Ya sabes: genio y figura, hasta las alturas. Eso sí te lo admito, cursilerías aparte (de lamentos idiotas está llena la vida). Ahora mismo me encuentro empacando tus besos esos que bajo el olmo me arrebolaron toda. Los donaré mañana a una fundación nueva pues me han dicho que otros les darán un destino. Si de algo estoy segura es que estoy renunciando a recorrer la mesa del buffet sin probar ni las fresas. Con la expresión ya agria me hago una limonada... Rechazo el licor dulce de recordarte siempre. ©Leibi Ng

CASA DE MUÑECAS

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                                              A Delta Soto, que no me deja olvidarla. Llega el día en que el dolor cede. De tanto querer salir rompe el cuerpo. Muñeca de porcelana hecha con mimo has cumplido al ganar tantas batallas por hallar a toda costa la parte que te faltaba. Lo de adentro, transformado en viento y nubes ya se escapa hacia el espacio, la nada... Sentimiento, semejante a la energía se hace agua, y una lluvia misteriosa moja el alma. Ya no hay huesos, ni tendones... ya no hay carne solo un pedazo que muere por buscar otro pedazo. Es la mutación humana La Llorona La Ciguapa La Dama de la Isla La Virgen de la Sabana... Todas llorando en las playas su soledad traspasada y aquél hueco que no llenan ni los objetos, ni los papeles, ni los hijos, ni toda deuda saldada. Ahora es libre y se disuelve como la saliva echada Y en algún lugar del Cielo hay un Dios que...

TU RETRATO

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El misterio que da brillo a tus ojos desde una vista inmóvil de tu rostro, me hace temblar como si el suelo errara y toda yo, fuese una cosa informe. Rayos penetran mis blandas pupilas ¡y mi alma en llamas se incendia ella sola! Combustión espontánea que me aterra: me reduce a cenizas muerta en vida. Hay ojeras y un guiño desde tu retrato de un dios que mira traspasando el cielo sobre las cosas que los dos sabemos... Pero te aprieto fuerte con mis dedos para que te calcines en mi espacio mismo. ¡Renaceremos dos, yo estoy segura como estrellas, planetas o dos viandantes! ©Leibi Ng

Las jardineras del Barrio Chino

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Las jardineras del Barrio Chino no tienen flores, plantas deseadas, ni enredaderas, ningún trifolium, ni una matica, ni una albahaca. En ellas crecen diarios, cartones... sólidos, aguas, vidrios, bidones... puede que nazcan después de un tiempo sopas, refrescos, algún picapollo. Las jardineras del Barrio Chino sin ser sombrillas regalan sombras son el banquito de los cansados el muro estrecho del desganado. Las jardineras del Barrio Chino guardan las letras de lo pagado facturas rotas, rosas, azules frágiles, mustias, papel cuadrado. Las jardineras del Barrio Chino en vez de flores ofrecen hombres puede que el árbol que ellas contiene se robe el alma de alguna forma y me parece que por las noches entre susurros toman y llaman                            a ese que pasa. ©Leibi NG

TRANSPORTE URBANO

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El asfalto como un disco de vinyl enderezado, las ruedas obligadas a frenar a cada instante y el celular resaltando tu nombre con impertinencia. Sintiendo baches, aceleraciones, el exceso de diez millones de bípedos detrás de cuatro ruedas. Lo corto de las calles, lo absurdo de las reglas y cientos imponiendo sus propios métodos. Alguno habla de caos mientras las líneas de "La Fantasma de Higüey" resaltan entre mis manos. Me obliga a retroceder entre Javier y Bartolo. Y el celular insiste en tu rostro y tu nombre... Obligada a escapar, sin pena, de mil formas por esta vez, me hiere irme de donde quiero estar. ©Leibi Ng

SIN CHAISE LONGUE

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Yo quería sufrir lánguidamente como la Dama de las Camelias, pero sin sus compromisos de ida y vuelta. Sus vaporosos trajes sobre mis carnes menguadas, vacíos de sombras y de olvidos. Yo quería conservar un solo instante de adoración correspondida, derramando ternura como nube preñada de rocío. Pero el bacilo se metió en mi sangre y una tos dulce inflama el tórax a discreción. No tengo chaise longue ni soy adorada y el pañuelo absorbe mi dolor tísico. La sangre, que a tantas heroínas vi escupir, ahora no acude ni siquiera a mis mejillas Quedo desnuda de color y de amor y puedo morir en un solo estertor disimulando el pecho. Mejor que no informe de mi tuberculosis o todos rehuirán mi compañía... ¡Maldito Robert Koch! Morir de no saber qué, es siempre mucho más bonito... ¡En fin! Yo sola yaceré de igual manera. Mi cuerpo se aleja a diez metros del suelo y me miro pobre, niña desolada tan vacía de amores como de antibióticos. Ciega ante las reglas del juego. Sorda ante el rumor de las dud...

CONSTELACIÓN

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Así de madrugada, quien espera ahora lo cuenta como bueno y válido. Y sin embargo hay gestos de las manos que apresan piel de un color absoluto casi desentrañable, como si fuera azul o gris, o sable… Nos amamos los dos en horas distantes Cuando un satélite frenaba oxymoron del aire y de esa forma inexplicable se unían los deseos como un cable. Yo tenía miedo atroz y él para nada, o lo disimulaba, porque era osado como un loco y como un desenfrenado me enlazaba. De alguna forma se concretaba en dos la historia interminable de la mujer que anhela y el dios que sabe. Por eso nos salvábamos los dos cuando dormían las estrellas o se hacían las discretas, indiferentes a la común acción de los simples mortales. Y un río de vía láctea se asomaba a iluminar dos cuerpos que en el aire parecían de cisnes o de ánades. Una historia común, tan manoseada era en el aquel instante tan sublime porque nunca jamás esto sucedió y sin embargo juro que conservo aún mordidas en mi carne. ©Leibi Ng

Sedientos los pétalos

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Sedientos los pétalos saben lo que anhelan: giros, tientos, vueltas, cruz y hasta cadencias. En lila te buscan con reposo o viento los ojos del aire te expían discretos. No tuerzas el caliz que en cabriola y liana asciende a tu cuerpo. Luz que siembra el beso y el seno quebranta con filo de acero. ©Leibi Ng

Autopsia

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Femme Avec Des Fleurs” or “Spring”, 1912 ¿Qué haré si no te encuentro? ¿De qué color la resurrección me teñirá de nuevo? ¿En cuál lugar extravío el Norte de tus besos? ¿A qué Estrella Polar dirigiré mi credo? ¿Dónde estaré de nuevo si no siento tu piel un mínimo de tiempo? Ganas, rabia, deshoras se me agolpan sin techo... Desnuda, hambrienta, muerta por tus diez mil silencios... Sabiendo que vendrás, torturándome obseso sin tu voz ni tu acento... ¿Quién reconocerá mi cadáver de intemperie cubierto? Sin los gusanos tiernos de tus ojos en mis cuencas, ¿qué forense dirá que en fantasma me he vuelto? ©Leibi Ng