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COSA

Luz que camina. Alma difusa. Tránsfuga chispa confusa y sola. Vienes y vas sin que te comprenda. A veces engordas o desapareces dejándome en sombras. Alma errante. No recuerdas amarrada a la tragedia penas, penas. Subes, bajas con llanto suspiras sin que te entienda, sin que te asientes. El peso sobre tus alas no te permite volar. Pequeña, deforme guárdate del sueño. Presencia que vagas: ni cedes, ni avanzas sobre tu misterio. Lamentable luz ni eres ni me dejas. ©Leibi Ng

Y reír por reír

«Forjó Dios el rostro del hombre y vida su aliento le dio, después se miró en ese espejo y así la sonrisa inventó.» Piero Lo sé muy bien. Llorar por dentro y sonreír como un ángel. Mostrar sarcasmo cuando tu naturaleza no da para matar una mosca. Aparentar indiferencia con las entrañas estranguladas. Quedarse con la cara de palo cuando el dolor te muerde con tenazas... Supongo que Caín fue el pionero. Librarse del castigo simulando. Aparentar lo que no se es. Ser hipócrita hasta más no poder. Confiar en ser histriónico hasta el hueso. Morir abrasado bajo un aguacero. Rodar por las escalinatas con sonrisa de triunfo... Es la invención de Dios. Nada está oculto. El arte de encantar supera siempre la más grande bondad. De ahí que en todos los finales, la maldad suelta una horrenda carcajada y las pupilas del bueno se dilatan comprendiendo que su incapacidad de disimulo, lo ha conducido a la derrota. ©Leibi Ng

Sueños

Hizo explosión la noche cuando cambió el "te quiero" por un justo "te amo" a cuerpo entero. En lugar de una sábana, ternura silueteó nuestros dos cuerpos. Pero las alimañas del recuerdo jugaban en la lámpara trapecio en un cortocircuito cual montaje de Alfred Hitchcock Motel Bates en cortina de cieno. Cerramos cuatro ojos inconscientes de penetrar acuerdos y un filo de puñal cercenó nuestro miedo. ©Leibi Ng

Herida mortal

Parecía un venado adornada en las sienes con flores y hojas… Parecía una novia echando flores al agua Parecía feliz esperando a mi amado… Y era él quien hacía círculos en el agua quien divertido escalaba torres o cruzaba lagos para que lo viera me riera y lo aplaudiera pero me daba miedo que se lastimara. ¡No chilles! —me advertía. «Las mujeres lo dañan». Vivíamos felices ignorando señales de muerte Queríamos estar juntos y juntos nos quedamos hasta que se hizo noche y me hirió un cazador. Al suelo mis guirnaldas la sangre se hizo alfombra y me llevé conmigo las perlas de sus lágrimas. ©Leibi Ng

Es mejor para ti

                      Espero que vivas cantando. Los años se convierten en cortinas  leves, casi caricias ondulando. Esta noche he cruzado de nuevo por el parque. Yo, vital, con barquilla, lamiendo aquel helado y el artista que mira  y admira a la muchacha, m e siguió enamorado . En una noche hablamos del mundo y sus problemas, de aquí, del ahora, del mañana, quizás… Unas horas y todo parecía encajar. Al otro día cenamos, después de ir al cine. Debo haber confesado todo de mi pasado mas ¿qué pecado hay en una muchacha triste  que no sabe volar? Decliné sus destellos. Él estaba muy claro y yo era un cuarto oscuro. Hay cosas que en la vida no se deben mezclar. ©Leibi Ng

Sui generis

De cara a los rumores (impotentes) no acepto la evidencia y dudo en forma pues la trama se engrosa si la mojan. Todo lo que escribí no fue biográfico más pedazos de mí se descalabran entre versos y frases, masa horneada que he cocido al vapor de mis humores. Un hilillo de sangre en comisura habla de mi atraganto, pero de amor me intoxiqué yo sola y mimetismo es lo que más me sobra. Del criminal, no quiero hablar pero del ruiseñor quiero saberlo todo que deleite es morir con sus primores. Será el ágil aletear del mirlo al clamor de la brisa en el bambú o el canto del agua en la cascada que salpica las patas de la alondra. Todo y más hasta embriagar porque lo que viví es cosa mía y allá tú si te crees lo que es falacia y allá yo, si me dan ganas de contarla. ©Leibi Ng

De la vez que exhibí artículos chinos y me robaron en la Benito

La caja de vestidos brillantes, presumidos y las manos golosas desnudas de honradez... La calle de ruidos adornadas evade los acuerdos sin que medie poesía Tener tienda, pretende quien no engorda al caballo en esta hacienda Paga el precio rememorando el vicio irresponsable tu buena voluntad no cambia el mundo y comprenderlo duele rompiendo la esperanza de un ser humano nuevo. ©Leibi Ng