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Medusa


Con desgana te mira, incómoda, sin miedo.
Un destello en su ojo dice lo que entendió.
La idea la ha ensartado como espina de acero
Un palpitar violento levanta sus dos senos.
No verbaliza: piensa mil cuadros por minuto
En su cerebro pasan las claves del dolor.
En su melena estática alza cada cabello
un potencial fenómeno: Medusa despiadada
controlando el hechizo de implacable mirada…
Víctima de otra víctima quiere y clama venganza.
Sus manos temblorosas buscan pero no alcanzan
Y su piel se ha poblado de un mágico sudor.
¡Cuánto dolor le brota por los poros aciagos!
¡Cuánta ira la llena de impotencia y pudor!
Dañada y agrietada la porcelana fina
hiere con la hendidura de la carne cortada
desgarra las arterias de una rival ahumada
cercena la cabeza, ladrona agazapada,
hasta dejar saciada esa sed de venganza
que una mujer celosa es fiera desatada
incómoda, dañina, asesina y feroz.

© Leibi Ng

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