Él descubrió la llave
del alma femenina:
Vulnerable cual niño
confesó sus dolencias
Debilidades, taras,
cicatrices, cortadas,
mutilaciones ciertas
y por tanto variadas.
Ante ingenua franqueza
la mujer se amilana
saca amazona interna
y asume la batalla:
"Yo te defiendo, hijo".
"Yo te cuido, mi alma,
que para eso me han dotado
dos órganos que ovulan
y un útero engarzado con divina
misión: A la vida dar vida
y a la muerte prisión".
Y poquito a poquito
el mendaz se hace fuerte:
Fuerte en hábitos fijos,
fuerte en líos y tramas
chupador de pezones
ya nocturno, ya diurno...
Hasta que bien seguro
va sacando sus armas;
vengativo, asertivo
cercenador de palmas.
Y un día el alma grande
de la madre que espera
se eleva en su estatura
y saca fuera el karma
lanzando al hijo ajeno
al Taijeto que aguarda.
Con la única tragedia
de que instinto materno
en otra hembra renazca
y el infeliz arraigue
y nazca nuevo lactante.
©Leibi Ng
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