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Mostrando entradas de agosto, 2018

Sin retorno la flama

Yo que de amores ya no quiero nada hoy me he prendado de unos ojos nuevos. Bastó un destello y un brillo ligero para incendiarme en el centro del pecho. Pronto supe que ya tenía dueña y que sus noches tienen techo y mesa pero aún así yo me quemé por dentro yo que pensaba que ya estaba seca. ¿Y ahora qué hago con ese destello? ¿A quién le paso la llamita nueva? Sin esperanza viaja hacia el retorno sin brisa fresca que agrande su flama sin un aliento que sople certero sin manos tiernas que su calor quieran. ©Leibi Ng

Se impone la melancolía

De pronto me despierto con un diálogo interno. Lo que vivo, ¿es lo cierto? Hay colores y olores y me entran por los ojos miles de objetos y suena en mis oídos la voz del hombre negro que lucha con la música a cuál irá primero. Todo tras la esperanza, todo buscando un asta para izar la bandera de los sueños. Los coros, las voces, los agudos constantes y las respiraciones jadeantes... vidas, épocas que no están y se niegan a escapar. Podría bailar, llorar, caer doblada por la nostalgia melancolía de una raza, con historia y una injusticia viva que arrastra tantos muertos que persisten in crescendo... Pero no. Se impone melancolía. Se sobrepone la vital existencia de la carne curada de sus magulladuras y entre amapolas corren las piernas que se estiran como gacela en África, como caudal del agua de pasiones que mueve las ruedas de la supervivencia... Suena, suena... apoteosis frena; el coraje baja de tono alcanza la dulzura y cesa. ©Leibi Ng

Desheredada

Aquí, vecina en tu casa, con la lluvia como herencia soy cigarra en dependencia (hormiga que entrega miel). No me duele mi destino porque la luz del camino propiedad no es de ninguno y a mí me sirve cual ley. De la noche que me ocupa tomo y dejo como tú. El transcurso de las horas me propone gran virtud, ya que sueño cuando quiero y del alba hago bolero cuando dormir no me va. Sigue dormido, mi cielo, que yo quiero caminar. ©Leibi Ng