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Mostrando entradas de julio, 2019

DIEGO

Ahora me ha dado por seguirle los pasos a tu apellido, nombre que recuerda a un lago en calma o a un ser instruido, sabio en la sombra, parsimonioso y breve. Él solo logra nombrar pequeñas cosas desentrañando el color de la espera extrae el alma dormida en las esferas. Yo sé que nunca llegaré a apresarlo con mi impaciencia y este vivir corriendo sin respirar el aire de allá afuera con su silencio como de cementerio. No sé de hormigas, secretos entrañables, no sé de gatos con fuego en las pupilas no sé de trenes, fantasmas sobre rieles. Diego, el que nombra escindiendo el cielo: penumbra y luz, matices que diluyen sinfín de génesis en origen perpetuo. Y esa pared formada por las motas de un polvo cósmico que nunca se enamora y jamás toca el suelo. Desayunar con el café más tierno nombrar el pan y paladearlo lerdo, Diego-trasluz en el patio tan suyo rey poderoso del reinado Tiempo. Veo emociones en su decir honesto un cruce extraño con la melancolía de uno sin libertad para soñar ventana

ESPALDA

Todos se preguntan ¿qué busca? y la cuestión no se resuelve. Requiere un sacrificio por las contradicciones del amor. Sintiendo en cada célula mi sangre coagulada ni respiro ni vivo signada por ti mojón en el camino cosa inútil e inerte paralizada muerta... Vencer o morir pero sin armas con invisibles fuerzas que te asedian todo diciendo no. tú, dominante erecto en el confín del otro abismo. Obstinada como esperando el jaque sabiendo que mi sangre hecha de nudos se volverá a licuar cuando estés cerca y volveré a vivir para morir de nuevo ante la suerte de amar a quien no debo en este ciclo eterno de cara o cruz, de anverso y de revés ahora de espaldas. ©Leibi Ng