Era un tiempo de sol y pueblo en los tejados un baño para todos a cielo descubierto una pluma demócrata que no negaba el fluido y unas vacas lejanas en un llano sin cerros. Siempre de bicho raro, buscaba el aislamiento debajo de una mata dibujando las sombras y allí iban a encontrarme chiquillos parlanchines a quienes una «china» les parecía muy rara. Era un tiempo alejado de todas las pasiones nadie sabía de heridas ni traición o zarpazos y sí, mucho de risas, chismes, chistes y cuentos. Gorgojo en habichuelas no nos quitaba el sueño aunque el rebuzno épico de burros en la noche en el rancho lograba alborotar a todos. Era un tiempo con tía rodeada de muchachos tan buena, tan chistosa, tan repleta de vida... Hoy recuerdo ese afecto que nos salía del alma en la pradera limpia del patio de mi tía. Siempre evoco las risas, los susurros, los besos, el baño para todos... y me pregunto dónde quedó tanta inocencia buscando en las arrugas del rostro campesino.