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Hay poesía

Humildemente observo el paso del segundo y comprendo que existe la poesía para apresar al sentimiento. Pero él se quiere ir... aborda incuestionable su vocación de olvido y como el agua mansa (mas no esclava) se cuela hacia la nada                          y el silencio. Entonces ideamos                    las palabras y una rejilla suave cuadricula su urdimbre colando en cada verso                      pedacitos del alma. Una noche como esta unos ojos que saben de frases y alfabetos desentrañan la trama y esa esencia vital,                       el pensamiento, le vuelve a dar aliento. Renace en una llama de alquimia y nuevo tiempo se posa en la mirada desentrañable, eterno... y enciende nuevamente                             el sentimiento. © Leibi Ng ♫ De la imagen: © http://www.jlmunoz.com/html/fly_me_to_the_moon_0.html

Le petit mort (con variante)

Desde el centro del cuerpo agradecido El simple regocijo De esta sangre que fluye demencial torbellino suena a mil decibeles el eco de la noche en dos que vueltos uno dejan ya la epidermis de revés de larga espera recobrada y tierna con la firme caricia entrecortada y cierta del deseo desatado galopan en los cuatro posibles remaches de la vida que no se inhibe aunque se sienta próxima la misma muerte Se acomoda el descenso en la cuesta del beso y se arrastra tan lento por la humedad del tiempo detrás de su sosiego. ******** Hondo      Que se me va del cuerpo agradecido el sutil regocijo demencial torbellino de esta sangre que fluye sin comienzo ni fin encerrada en lujuria el eco de la noche hace tronar suspiros uno solo corpóreo se fusionan los huesos el deseo desatado por ansias reprimido galopa con la furia entre piernas y muslos donde no existe nada que no sea la vivencia audaz se hunde con fuerza en el abismo incierto que expira en el descenso de la pequeña muerte que hoy te rinde.

Al soldado alegre que regresó cadáver

Te asignaron las armas y un destino en el mapa atravesaste el mundo donde el dolor quemaba. Una paz negociada, una misión firmada y una voz escondida ocultando el dolor. Señores de la Guerra te ofrecieron la ardiente bebida del desierto. Te retrataste alegre con el turbante de los talibanes y en todos los horarios buscaste entre las piedras las armas solapadas; tu comida fue el polvo y tu reposo el sitio quieto como la muerte de los tanques rusos, vencidos mucho antes por guerra de guerrillas en tierras complicadas que por mucho que estudien no acaban de entender. En el cielo despatillado de estrellas refulgentes anhelaste confundirte con el camastro en el hospital frustrado; desintería perfora los intestinos sanos y tú no eras consciente de que esa fiera guerra te iba a llevar con ella. Entonces tu salario no sirve para nada. Hoy un casco guerrero adorna este librero y una mochila perforada resguarda tu condecoración. ©Leibi NG (aún me siento ridícula poniéndole copyright a un sentimi

Olor, color, sabor...

Y sólo te recuerdo en la cocina con el tomillo fresco, el pimentón y las papas que corto hasta que crujan porque así tienen más sabor (¿)... con el aroma del romero y el pescado, con los garbanzos y los chorizos... gastronomía a tres platos, demasiada. Después la yerba buena para esos mojitos que apenas yo probaba; las hogazas de pan francés compradas en la esquina con ese chiste de “baguette” y funcionario que repetías una y otra vez, pero en vez de enojarme me sentía una mujer distinta cada día. Tan grande es el amor que hasta los chistes malos los transforma... Tan tenaz es el tiempo que hasta las desgracias las convierte en poesía.

"No hablo, no acuso, no hago dinero..."

Quebrada una vez más, sin pretensiones el aprendizaje del mensaje de la infancia vuelve reiterativo, con posibilidades plenas: no estás invitada. No entres. Retorno más ancha, poseedora de la nada inmensa te escucho y aletea el harakiri como ángel familiar: ¿Para qué continuar sorbiendo aliento? ¿Acaso no es el fin? Pero era el fin desde el comienzo de los tiempos. Ergo ¿qué importa persistir? Resignación o estupidez regodeo acomodaticio en el umbral perfecto: "No hablo, no acuso, no hago dinero" pero observo y duele todo lo ajeno y falso lo equivocado y turbio la satrapía y la gula el hambre y sus hienas la sumisión y la entrega... ¿Para qué pensar querrá el esclavo? Obedecer es de autómatas y salva el pellejo vil de animal apaleado la crueldad no desafiada del sádico que manda y la triste verdad de que le presto mi energía a una luz que oscurece. Y lloro.

Balada triste para María

Y fue manipulada, empujada, engañada. Ella entre todas las mujeres elegida por un dios del espectáculo se convirtió en la piedra del escándalo para arrastrarla día a día hasta los cincuenta y ocho años. La amancebó sin pautas con un guión cerrado la maquilló alterando su juventud inconsciente. Prostituta, libertina, desquiciada, buscona, puta... qué fácil fue encajarle un prejuicio de antaño pero siempre vigente. Era una niña y la fama el anzuelo. Era una diosa sin conocer su estatus (cediendo su poder como tantas). Era olorosa como la mantequilla y estaba sola, sola, completamente sola entre la multitud desesperada. Unas escenas y marcada de por vida se refugió en las drogas, la quietud o las sombras que no pueden borrar jamás, jamás, jamás las imágenes que guarda la memoria; peor aún, los archivos cinematográficos del mundo la reproducen en todas las visiones para todos los ojos. Pequeña caótica, aspirante a ser feliz se fue envolviendo en la cáscara de piel que envejecía de tristeza

La quinta

Yo amé a Parménides por quinta vez. Hice viajar mi mente en sus proemios y deslicé la mano entre sus rizos tibios: quedé varada entre el ente y las apariencias en medio del ágora marmóreo. Yo degasté mis sandalias de piel de cervatillo recorriendo el sendero de sus palabras. Estiré el cuello tratando de entender los aforismos surgidos de su voz: no hubo mayor empeño en todo el Hélade. Transité por la resplandeciente arena del desierto sorbiendo el rocío de sus labios; llegué a pensar que era verdad real su cabeza yaciendo a mi costado. Navegamos el río donde Heráclito se vio dos veces en la transparencia y coincidimos en el mismo puerto antes del quinto encuentro. Yo amé por quinta vez la idea pero una cosa es ser y otra lo etéreo me encontré en la oscura madrugada sorbiendo sales de mi propio cuerpo Yo amé por una vez ahora me acuerdo. © Leibi Ng