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Boomerang

Princesa Tarakanova  Probé la sal de tus minas. Mi lengua transportó diamantes. Sin ser punk, gótica ni metálica, me prendí piercings en las papilas con tu nombre, tu tipo de sangre, tu ADN y el iris de tus ojos pardos. Sin ser ninfómana me enredé en la adicción de tu lento vaivén sobre mi cuerpo (siempre sediento de tus aromas). Sin ser cristiana, confesé mil veces los más secretos misterios de mi anverso... Para encontrarme yerta en ostracismo, donde la cruda espera del amor saciado recibe el siempre cruel boomerang de lo incierto. Y el golpe dado me dejó lejos de tus minas; me expulsó al infierno donde crujen mis dientes y ya no hay sal ni luz ni retorno. © Leibi NG

Bicho

Este bicho mordaz que me ha picado no me deja ni a apagón ni a luz  de una triste  bombilla trasnochada; me escuece su aguijón desde un lugar no hallado que sin embargo existe aunque no sepa dar con su áurea de fuerte resplandor en mi cabeza. Yo no tengo conciencia del momento en que atacó mi piel, se vino adentro y no hay remedio capaz de apaciguarle porque es nigua, es abeja, es avispón de enero, es culebra o caimán, en fin, engendro. Puedo estar muy tranquila trabajando y su fuerza me agita tristemente como se agrandan las melancolías este rubor me crece tripa adentro. ¡Ay! Si tan sólo pudiese destrozarlo, hundirle ahí mis uñas hasta vencerlo, quebrarle cada pata, destrozarlo no dejarle ni abdomen ni cerebro. ¡Oh bicho que no enriquece nada ni me deja producir despierta; a la ruina me lleva, desgraciada por estar solamente deletreando, contando sílabas, dizque buscando versos. © Leibi NG

Firmeza

Boris Lipnitzki Madame Grès, Sculptural Fashion, New York, 1939 Gracias a Ντέιαν Ραντιβόγεβιτς Mírame ahora como a una estatua fría. Ya no corro a la puerta a recibirte, no importa que regreses de ti mismo. No exijo que me llames en tus viajes. No espero que me digas dónde has ido. El silencio comprensivo reina en un hogar escindido. Ya no importa el aroma de mi pelo enredado entre tus dedos, ni la mirada audaz expresando el deseo... No sigo ya tus pasos ni hurgo secretos en los escondrijos no me desafían los misterios de novedosas llamadas ni los apresurados imprevistos de cosas olvidadas. Sé de qué vas. Conozco la jugada. Un paso por delante te adivino finjo que no sé nada y permanezco como el mármol frío. © Leibi Ng.

Igualdad

Mi idea de igualdad pasa por verte llorar, sin ocultar las lágrimas, cuando en tu fortaleza abrazas mi debilidad. Sintiendo tú lo que mi pecho siente. Dándote ánimos yo, en el ocaso de tu fe. Alterna junto a mí, la niñería de reír sin parar ante la absurda vida que zozobra en la nada. Recupera mi humor cuando esté derrotada... Mi idea de igualdad pasa por darte las flores coloreadas de mi fértil mañana para que sean de ti, como son mías. © Leibi Ng.

Dama de luto

A Dejan Radivojević Nunca pensaste que su amor tan tierno causaría los estragos en tu vida. Aquel cuerpo pequeño amamantaste. Él te dio todas las alegrías. Pero creció y las ideas bordearon el plano familiar, fácil, seguro… De pronto las polémicas y el miedo se hicieron parte del hijo hecho hombre. Viajó, con él tu angustia. Predicó, tú, discípula primera. Convenció, contemplabas y callabas. Crecieron también sus parábolas. Los seguidores arroparon sus prédicas y despertó el dragón de las conciencias. Llegó el tiempo en que tus venas se vieron desangradas por la pena. Calaron por tus huesos las angustias destrozaron tus nervios, tus arterias Fuiste un solo lamento, una dolencia. Un ramalazo a carne descubierta. Nadie podía curar tu horrible malestar Y el daño se internó más allá de lo humano, rebosando tus glándulas, órganos, sentidos... tu anatomía entera al vivir el sufrimiento de tu hijo. ¡Oh, Dama del Dolor que me contemplas! ¡Oh mujer que trasciendes todo mal! Han podido golpear t

Elección

He vuelto a sucumbir en batahola y la jarana es tal que el aguacero de mis ojos, truena en el abismo del amoroso encuentro que me niegas como si digna fuera de tu ausencia. Y no lo soy ¿lo sabes? No soy digna de la nada. Ni del silencio. Ni de la soledad. Ni de la indiferencia… Duéleme el Ser de verme rechazada después de aupada como laurel sobre tu frente victoriosa. Si no es via crucis, los pasos se asemejan con otras multitudes y otra acera pero es la misma cruz pesada y aplastante la que hace que mis huesos se quebranten. ¿Te condueles de mí? ¿Me ofreces vino? ¿Intentas aliviar este martirio? ¡Vete ya! No puedes hacer nada. Igual que todos Yo tengo dos caminos: O perezco y traspaso la barrera de lágrimas, dolor y sangre negra; o sano y me rehago, resurrecta con la luz, el amor y el alma invicta. ® Leibi Ng

Miranda

Ella tiene el vestido forrado de esmeraldas sus pendientes son nubes frescas y perfumadas de su falda diamantes reflejan cristalinos el brillo de las aguas, las flores y los trinos. Ella, aún bajo lluvia desprecia las sombrillas porque la lluvia lava el verde que le agrada de mármol puro y liso se revisten sus piernas y aún sentada emana su majestad, la calma Miranda no anda sola, como toda una dama se acompaña de amigas que la cuidan y alaban las nubes juguetean a taparle la cara pero ella las despeja, así sin decir nada. Yo quisiera, Miranda, dormirme entre tus ramas y evitar que un mal viento te levante la falda que jamás una lanza taladre tu cintura que nunca te perforen por ferro ni por níquel. Eres tan bella así, tan elegante y alta que yo no entiendo a esos mineros de las sombras cuando tú sola mandas a recorrer los valles siempre con el tesoro que hay en tus aguas mansas. © Leibi Ng.