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Condotiero

Un reto en tu mirada y al mismo tiempo un ruego; de lado la cabeza, mides distancia, -pupila con pupila, ojo con ojo- vizconde demediado en la batalla, firme ya el corazón en el costado listo para acudir a mi llamado audible sólo en sangre y en cerebro. Me enlazas con ahínco, con denuedo, acoplando sonidos de Universo, conquistas el umbral cerrado en el comienzo pared contra pared, silentes muros, tapiados contra todo lo que no fueses tú, mi amante condotiero. Lanza tuya y escudo luminoso -del Paraíso, la vital conquista- lacerante tal vez, pero certero como el único ariete en la batalla abanderada de los diez mil besos. Tronco que me divide -en bien y en mal partida- deseosa de librarme de mí misma, de mi hogar, mi pasado, mi intelecto... temblorosa gimiendo desolada para fundirme en el efímero imperfecto, sitiada por la sal de tus sudores. ©Leibi Ng

INMADUREZ

Clara Ledesma Yo no estoy lista aún para el poema. Me falta libertad, una caricia plena, un espesor adentro de las venas y una pasión de vida o muerte entera. Inmadura me enfrento a esta hoja en blanco y sé que una mordida tiene fijas mis manos; que escribo luz y sale oscuridad en un atronador silencio descarnado. No está a punto el espíritu profano que se ve en el espejo y no refleja cual vampiro de cliché o leyenda. A mí me falta un campo de amapolas o montes de romero en primavera... la hierba hasta el ombligo de La Marca y una iglesia de milenarias piedras. Me faltan huellas de mis cuatro abuelos. Me faltan cuentos de alumbrados sueños. Una botija enterrada en un patio y una sortija robada por un sapo. No veo ciguapas, ni el frío de los ríos, sales, cocinas, pieles y cencerros… Cuevas con indios, hispanos fantasmas… Me falta tanto un beso adolescente o una avenida repleta de banderas; un brujo en casa, cuatro o seis dolientes y una guitarra sin balas ni dientes. ¡En fin, que faltan

SED

" —Los besos no recuerdan. Por eso se besa de nuevo". Rafael Américo Henríquez. Rosa de Tierra. Hablo de sed cuando pienso en tus labios… De momentos guardados en pliegues de mis párpados que reviven en ti pupila adentro y existen otra vez como revive un cuerpo consagrado. Hablo de entregas y complicidades. Hablo de aquel calor brotando por los poros magneto de los huesos corriente de los besos… roce instantáneo, deseos de ida y vuelta sin interés marcado apostando a la vida sin pensarlo. No era la carne. Eran más que tendón y fibra tensa fusión de plenitud sangre imantada atracción de los fluidos y las células —buscado encuentro— como el inevitable amanecer (tal vez ocaso) pero cuerpo de luz. Besos sin precio rocío en los labios con más ardor de piel que el sol quemante. No era la carne. Eran ríos descubiertos fluyendo hacia el encuentro — ya cóncavos, convexos — a lo interno abocados, y aquella habitación —penumbra iluminada— de tu fuego en mi fuego con esa sed saciada. ©Le

Ficción del Unicornio

Quiero escribir un poema con blanca seda que se amolde a mi piel, me siluetee delineando al compás el detenido tiempo de un reloj derretido. Que huela a mi perfume y suelte aromas por doquiera que pase. Que diga "AMOR", "SUEÑO", "EXTRAVÍO"... locura en buen sentido y sin respiro que tenga de las alas polvo y huellas de mariposas raras. Quiero que un Unicornio se me arrime y con su magia me diga con su mirada que traspasó de la ficción la trama sólo por darme vida. ©Leibi Ng.

Y si su mente pura...

    Y si su mente pura emana cual aroma el atractivo encanto del tiempo que no es, mi piel se extiende toda para formar dos alas y en medio de la noche convertirme en su hotel. ©Leibi Ng Mamá

A Él

A Él Él, da su piel a la luz como un poema. Se modela en un signo infinito dejando ver apenas la quimera. Él, se entrega en la imagen subversiva, haciendo más sin voz y sin palabras como se da la flor como se da la paz como anda el agua. Él, incesante busca en el destello la forma de expresar cuanto la sed aguarda. Seduce la mirada desafiante en un grito sereno así, sin eco como una fruta, un acorde fugaz una instantánea… Indomable y audaz como un moderno Adán posa en remedo del mentís y triunfa enmarcado en el placer de hacer lo que sale de su alma. © Leibi Ng

Yo misma. Soneto

Botero Yo misma Al amor que me ofrece en lejanía el giro cauteloso de su ofrenda le digo que soy mucho más propensa a guardar los tesoros de la vida. Caricias y palabras lisonjeras se pierden en la historia de mi oído y antes muchos han querido yacer cerca de mí como el ave del nido. Sueña dentro de mí una fe tan ciega tan llena de certezas y osadías que hay algo inmaterial en la materia que convierte lo incierto en cosa mía. Brota el amor por cada poro, brío porque es la pura vida que me alerta. © Leibi Ng. Antología de Sonetos Dominicanos Siglo XXI . Ramón Saba (Compilador). P. 50. Taller de Sonetos.