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Tormenta

La terraza tiene huellas rojas de cuadrúpedos en las losetas. Una mata de plátanos cedió su verticalidad al horizonte y ríe en ocre. No hay temor en estos ojos. Tan solo la victoria de un nuevo día. La tierra chupa lágrimas de a poco y sé que filtra sombras que conducen al mar. No evoco el pasado ni lo añoro pues jamás me abandonó el sonido de las olas. En los rincones, las raíces de bambú resisten y hay una invocación a la fuerza en su unión bajo tierra. Me asomo al milagro de este patio que renace, después del aguacero, besando en cada rayo de luz el sabor de la vida y del instante. No hay temor en estos ojos. Ni verso que lo desencadene. Enlace hacia un pasado improbable corre con el tiempo hacia su origen, igual que las lágrimas de nubes van hacia las cavernas que pisamos ignorantes de la vida en el mar que nos rodea. ©Leibi Ng (Cualquier parecido con Pavese, es cierto)

ÚNICA YO

Santo Domingo. El Dinero Yo sola contra el ruido aquí en lo alto. Única yo, mirando a las hormigas. Me gano la hermosura donde existe. Ignoro hoyos y grietas donde gritan. Concedo, pues hay otros militantes del suelo, el viento, el agua... y hacen fuego. Trafican con basura, luz y cables... tumban árboles... camiones repletan. Violan el rojo, el azul, el blanco: no reconocen niños. Son ladrones. A veces pienso que la ciudad es mía. Que sus calles me habitan donde piso. Entro y salgo por todas sus esquinas. Subo y bajo por cuestas y avenidas. Penetro por ventanas y balcones... Tropiezo, caigo y a veces, levito. Y es desde mis pies que pisan fuerte de donde crezco hacia lo alto sin medida. No importa que sin techo viva Cero límite aquí. El paso pido. Soy dueña por derecho. Así lo ejerzo. ©Leibi Ng 

GRITO

Un solitario grito en madrugada, solapado, furtivo, desgarrado... ábreme a dimensión de olvido la voz que hasta el momento se callaba. Uno solo, sin eco ni constancia, denuncia de los sueños sus abismos. ©Leibi NG

SONRISA

SONRISA  La luna, sobre mi lecho. Sus luces sobre mi almohada. Escarcha en la tela blanca, escamas de puro nácar. Contemplo la luna, luna sobre mi pijama guarda. Al levantar la cabeza su sonrisa me hace gracia. ©Leibi NG

OLVIDO

OLVIDO Mi lengua está prisionera entre dientes porque he prohibido que salga algún sonido si tú sospechas que por ti me muero el amor mío lo escondo cuerpo adentro. Fuiste y eres la brasa de mis días la luz de mis mañanas y mi vida; yo a ti quería darte por entero el cuerpo, el alma y todos mis suspiros. Por ti sitiada mi ciudad incendiada por ti vencida en apagado orgullo triste elección que pago demudada. No hay más hombre que tú.  A ninguno quiero. Por eso callo de acción y de palabra Por eso muero envuelta en el olvido. ©Leibi Ng

AGAETE

Con todos los paisajes despiertos tras mis ojos, te recordé Agaete, con tu Dedo de Dios. El mar y el cielo siempre pretendiendo aquel beso que el horizonte estrecha, y el muchacho en el muelle, mirándonos los dos. No sé por qué, Agaete te has colado en mi sueño trayéndome un recuerdo de añil, de sol y luz si han pasado los años, si ya se borró el día... Si ya se me olvidaba el blanco de tus casas y las arenas mansas de las playas pobladas, tus palmas, tus balcones, tu gente tan canaria, con ese dejo al habla familiar en mi América, el café y la comida, las estatuas, la plaza... Me has despertado, Agaete, iluminando el día yo, que en una maleta te había doblado en dos, plisadito y guardado rezándote un adiós. ©Leibi Ng

PRIMAVERA

Christian Schloe Estoy, de nuevo amor, florecida en tu canto y ya no caben más las ramas en mis heridas. Me traspasas por diez -de tu savia a la mía-, me surcas y me siembras con flores, con espinas. En la alegría callada en que agonizo y vivo estallo desde ti para crecer florida que bebo de tu sed que en mí tú te enraízas que es primavera y trino contigo en el camino. Que me riegas de fe y florezco a la vez que muero en un suspiro que de mi centro brota el llanto de un chiquillo. Estoy, de nuevo amor preñada de tu abismo. ©Leibi Ng