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Viaje

Ninguno de nuestros pequeños gestos sobrevive. Ni un opaco destello de las intensas miradas que un día nos fundieron. No hay aroma de hogar, ni palpos enlazados en la penumbra del mediodía. La cotidiana entrega que pasó de ser pura a la desesperanza. Ahora no hay emoción en el recuerdo Tal como se ve, un film que no nos interesa cuando llega la noticia de esperada muerte. Abordo de nuevo el tren que atraviesa el tiempo. Por mis ojos transcurren los paisajes deformes. Intenso tragaluz que devora y devuelve a la que fui, a la que soy, a la que se convierte… Animal despojado de autodefensa que escapa de la disolución y pone fin al ruido de su propio interior. Al final quedo libre de la pasión, la lujuria, el veneno… y en medio del dolor siempre sabré quién soy. ©Leibi Ng

Sin desperdicios

Una fortuna contada por segundos acumulados es la vida. Al llanto primigenio siguen las sonrisas y también la euforia de los primeros años correteando libres como lagartos sin escoltas. Somos la herencia que se consume lenta desde la cuna hasta la tumba. Justiciero implacable el padre Tiempo, no permite derroche tampoco el exceso. Así va la vida como hipoteca de oro. En el balance de los días mejor llegar al fin sin arrepentimientos. ©Leiby Ng

S/título

 Recuperé tus ojos un segundo cuando abrí mi portal a tu mirada. Tu noble ver. Tu bien. Mi mal... Perdí el aliento soñándote lejano. Bebí tus letras, viví en tu novela. Con otro remitente me hice viuda y cerré mi cancela con tus ojos en cada una de mis manos. LNG dos mil algo

PANTALLA

La noche extasiada ilumina tu cara. Desde donde estoy contemplo tu sonrisa con el feliz chateo y no puedo evitar disfrutar tu inocencia. Tu absoluto momento. Un simple transeúnte, un caminante solo y todo lo que veo es patrimonio mío. Los hogares que albergan felices habitantes o patéticos seres sedientos de cariño. La acera con sus árboles y los jardines lindos; la cuneta ya limpia, ya llena de atropellos… Los perros y los gatos, los ladridos, suspiros... El carro mal parqueado, los tanques de basura, las esquinas que doblan junto a motores ebrios. Camino bajo el cielo estrellado y lo siento como un segundo techo que protege mis pasos de nube solitaria. Una que ahora sonríe porque adentro se lleva tu cara iluminada. ©Leibi Ng

Amor de una sola noche

Y tú bebiste mis lágrimas comprobaste mi estupor cuando llorando te dije “Ayúdame a comprender por qué el hombre que yo amo me desprecia sin pudor.” Y fuiste luz en tinieblas consuelo de mi sufrir. Desesperada intentaba sacar con filo de daga la espina que destrozaba mi enfermizo corazón. Y algo se quedó contigo cuando en un lugar común tu cansancio fue mi abrigo y mi dolor, tu dolor. Amor de una sola noche lo hiciste bien por los dos me amabas sinceramente y yo… ¡ni me amaba yo! Ahora que el tiempo ha pasado y tu beso me llegó siento el frío de mi abrazo: tu semilla germinó. No te olvido. Será el pago de comprenderme en silencio de quererme sin respuesta de estar triste por mi ausencia y mi absurda decisión. ©Leibi Ng

Del mar no quiero sal - Leibi Ng

Rituales

Tan solo recordar ese momento en que dejas las cosas pendulando con una posibilidad de fuego donde cenizas vuelan en la tarde... Suspendidas las voces en un gran holograma suplican la memoria como fantasma que se niega a estar muerto. Mortuorio, lapidario, sostenido el tono a tris del llanto saca pecho para soltar las manos como quien leva anclas. La voz impersonal de las bocinas La puerta de abordaje que no espera La fría soledad hecha de acero... Hace tiempo no asisto a funerales ni a misa los domingos en mi barrio ya no hacen horas santas no voy al cementerio... Ahora que pasó el tiempo reconozco el valor de los rituales para decir adiós y dar paso a lo nuevo. ©Leibi Ng