Tu mundo nace con la muerte. Se quedó musgo seco o renaciente. Todo lo sé de ti para enterarme de que tu media vida no fue mía. Ignorante hacedora de los sueños brutal el choque del conocimiento; imperceptible grito de secretos develando increíbles desconciertos. Ahora veo en los ojos de tu amante la llama que una vez brilló en el iris de tu mirada audaz, cómplice mía. Mi sentir, mi pensar, mi fe dormida ferozmente borrados con la dedicatoria en el revés tangible. De golpe nuestro hogar se llenó de cuestiones irresolutas todas por absurdas y mi ciencia no pudo dar razones de tu sonrisa oculta a mis temores. Te odié por no saber a qué aferrarme pues ya no estabas para interrogarte y supe que tu casa no era mía y supe que tu amor era otro hombre. LEIBI NG