Él descubrió la llave del alma femenina: Vulnerable cual niño confesó sus dolencias Debilidades, taras, cicatrices, cortadas, mutilaciones ciertas y por tanto variadas. Ante ingenua franqueza la mujer se amilana saca amazona interna y asume la batalla: "Yo te defiendo, hijo". "Yo te cuido, mi alma, que para eso me han dotado dos órganos que ovulan y un útero engarzado con divina misión: A la vida dar vida y a la muerte prisión". Y poquito a poquito el mendaz se hace fuerte: Fuerte en hábitos fijos, fuerte en líos y tramas chupador de pezones ya nocturno, ya diurno... Hasta que bien seguro va sacando sus armas; vengativo, asertivo cercenador de palmas. Y un día el alma grande de la madre que espera se eleva en su estatura y saca fuera el karma lanzando al hijo ajeno al Taijeto que aguarda. Con la única tragedia de que instinto materno en otra hembra renazca y el infeliz arraigue y nazca nuevo lactante. ©Leibi Ng