Ir al contenido principal

Entradas

Antojos

"...que escriba versos que parezcan lanzas... Ruben Dario, Azul. 1888 Porque lo has pedido a tus ojos fatuos el fuego regalo glamour de reyes -de dioses halago-. Te hago creer que Eres pero no eres nada, principio de todo. Todo cuanto existe lo adorno y decoro para que tu paso sea sereno y firme. Porque tu aspiraste en tu piel la marca, si no logro hincharla disminuye adentro valor de ti mismo: pena  y descontento. Porque lo has querido moriras de antojos; pobre desvalido teniendo un tesoro. © Leibi Ng

Profilactica

'En su pais de hierro vive el gran viejo..."             Ruben Dario /Walt Wilman/Azul 1888 Del esternón de acero que me cubre recibo desafiante escalofrío en la ominosa mañana en que me oriento compulsiva. Me saco lo obsesiva; entregada a la mecánica del tiempo símbolo que al Cielo he prometido somática perdida en profiláctica -siempre que se refiera a USA-, se usa en civilización de choques de una via me cruzo como céfiro atontada entre espanglis, Babel devuelta al balbuceo y si no fuera porque entran los pájaros con su trinar en proteccion del nido y el hambre reza cuando la vence el hombre todo diera por perdido. ©Leibi Ng. Aeropuerto J. F. K.

Exordio

  Pongamos que el fracaso                   se tornara en victoria... que el núcleo del abismo                  ni en sueños fue alcanzado... que jamás una lágrima                   se derramó en mi alcoba y que la rabia nunca                  entró golpeando almohadas... y hay sólo esta manía de suponer                  ¡exordio! que tu vida y la mía                  jamás tocaron fondo. Porque ahora mis dedos                 se repliegan intactos sin un destinatario, sin cómplice y sin halo                 invento melodías en la luz evocada                 repito como Eco: "jamás tocamos fondo". Supón que aquel momento del libro iluminado                 fue más que luz, asombro tu y yo quedamos ciegos,                 felices deslumbrados... el tiempo se detuvo y nos volvió uno solo:                 un faro condenado a iluminarlo todo. ©Leibi Ng

Media vida

Después de darme a ti sin condiciones en un suspiro largo de intenciones empieza verdadera la agonía al entender de nuevo tus razones. Rodeada siempre de silencios quedo como presa en la celda del misterio colmado de recuerdos el cerebro quebrado el sentimiento y la razón. Por eso es muerte este vivir de a ratos donde te ofreces como por entregas ignorando para cuando el premio que mande tu secreto hacia el destierro... mientras soy la quimera que te espera medio sonriendo, medio en vida muerta. © Leibi NG

Inapresable

A E. siempre a E. Impedida de andar por las veredas florecientes de rojas amapolas me conformo con emplumar los sueños y darle alas al hecho imaginado. Sucedíanse las horas y los días mientras mi alma se empeñaba, sola en desear, pedir, ansiar la vida toda en una mezcla fiel, vital y embriagadora. Desee con tanto ardor que me quisieras que una noche llegaste hasta mi alcoba a estamparme la prueba de tu afecto -fugaz pero inmortal-, prueba de facto y desde aquella noche no he podido librarme del aroma inapresable de tu boca en la mía hechas de aire. ©Leibi Ng

J. Edgar

Leonardo Di Caprio encarna a J. Edgar en el filme dirigido por Clint Eastwood "Prefiero un hijo muerto..." sentenció la madre crispando las vertebras -afiladas sierras en un cuerpo recio- áridas y ríspidas, punzantes y ariscas. "No te quiero gay, volteado o marica. Muérete antes de partirme el corazón". Con su tarareo gutural y seco le llevó danzando por la habitación: "Baila hijo, baila que con las muchachas estarás mejor". Y Edgar muy tieso, vertió su amargura sobre el escondrijo del dolor mayor. Decidió que nadie, en el mundo entero, guardaría secretos que primero él y después iba Dios. Estados Unidos estaría a salvo de moral tan lasa y comunismo atroz. Revisó contenes, patios y veredas, rompió puertas, arcones, archivos, vidrieras... Destruyó, prestigios, honras y equilibrios y el dolor seguía cavando su vientre como un torbellino taladrando siempre sus órganos vivos hasta convertirlos en apéndices muertos sin fines ni uso. inútiles, yertos... Bajo el

Penélope de proa

"Probablemente por esa manía de la literatura y de que los otros sepan lo que uno piensa, o lo que uno quiere que los otros crean que uno piensa, o lo que sea". Roberto Fernández Retamar Y si tu voz prendió mi abrazo verdadero dejé el rastro de los cirios consumidos en el altar del viento. Mojé mis pies en el adoquinado espejo de tu acento y supe del pasado que no cesa. Esperé del manantial el eco de un rumor lunar                    iluminado                     salobre                        transparente... Pero jamás llegó al enrejillado la sincera absolución del amor mancillado. Mi vientre no habitado fue clemente y se tensó entre islas a sol y libertad entre el verdor de la espera y la melancolía misteriosa de la llama titubeante. Y ahora en litorales la luz se difumina y vuelvo a ser la Penélope de proa que aguarda en la bahía. ©Leibi Ng