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Ignorante

Tu mundo nace con la muerte. Se quedó musgo seco o renaciente. Todo lo sé de ti para enterarme de que tu media vida no fue mía. Ignorante hacedora de los sueños brutal el choque del conocimiento; imperceptible grito de secretos develando increíbles desconciertos. Ahora veo en los ojos de tu amante la llama que una vez brilló en el iris de tu mirada audaz, cómplice mía. Mi sentir, mi pensar, mi fe dormida ferozmente borrados con la dedicatoria en el revés tangible. De golpe nuestro hogar se llenó de cuestiones irresolutas todas por absurdas y mi ciencia no pudo dar razones de tu sonrisa oculta a mis temores. Te odié por no saber a qué aferrarme pues ya no estabas para interrogarte y supe que tu casa no era mía y supe que tu amor  era otro hombre. LEIBI NG

Cóncava

A cuesta con su verbo se escapa la duda entre penumbras casi zebra intercala miradas oscilantes, mecánicas. Y es esta fijación por aferrarme a una prisión de sombras en vez de pasar página y comenzar de nuevo borrón y sin borrón vanos recuerdos. Pero el amor se atrincheró en lo oscuro, al abrigo del viento; no se deja mover aunque parezca a punto de ganar la vía, el tiempo... Entonces, resplandor esa nostalgia que a veces hace mal -otras no tanto- por no querer decir que fue perdido el tiempo en que cóncava completaba tu cuota de pasión, piel insurrecta, aún aterciopelada en los recuerdos como el primer amor, o el primer beso. ©Leibi Ng

Arrebol

     Hoy me arrebola el sol de las cinco,      con su presencia efímera, marcada.      Me invade la energía luminosa      como una evocación frente a la playa.      Así son las cosas que entusiasman,      tan frágiles, tan cortas, tan fugaces...      que sin embargo permanecen presas      en celdas de barrotes hechos de sangre.      © Leibi NG

Infancia

                               Jugar en el cuarto de los muertos,                                probar la sal del bautismo en la iglesia del cerro,                                recibir de visita a los ángeles...                                soñar a pata suelta,                                jugar con la boca llena                                confiar en la mañana                                de no tener mañana.                                                             Leibi NG

Iceberg

Andreea Anghel CIGARO Sumergida en el mar de mis latidos soy resaca de un oleaje con venido ya sombreado / iluminado por un vaivén de bahía como un faro. Casi alerta recito la oración de la osadía con estribillo de seda y retintín de agudeza como reza. Medio cuerpo del lado de la inconciencia y otro en cero. Un concierto por empezar es la noche, como un beso del más leve roce cierto. Como floto soy el iceberg de un gran triunfo sumergida en el mar de mis latidos todavía. ©LEIBI NG

Rombos y estrellas

Traspasan las miradas la materia trasladan cuerpo y alma hacia otro espacio invitan a la búsqueda del otro curiosidad concreta en línea recta. Privado, pero no; cerrado-abierto. Inseguro perfecto. Cielo al tiento. Lo lúdico, lo móvil, lo inestable, lo cierto, lo posible, lo palpable en varias dimensiones explicable de una simple pared, lo vulnerable. ©LEIBI NG

Cuando la aurora

Ojos de poeta No quiero leer a ningún poeta porque su voz se queda en mí quebrando mi pensar que ya se agrieta como la tierra árida que fui que anhela la humedad de otras palabras, otras ideas, otras vidas... Si yo sé que en mí viven dos mil voces en la línea del tiempo y ellas claman vivir o revivir en este tiempo. Aprendizaje audaz ...y la memoria la sensación vivaz ...y la memoria el encuentro total ...y la memoria... en un caudal, que a veces espejismo desemboca en el mar de mi presente. Y todo lo que leo lo incorporo y todo lo que sé es la voz de otros convirtiéndome a mí en banda sonora del film inacabable de quien mira observadora y más... más ojos que poema y más palabra adentro y se sabe asociada a la raza que convierte las ideas en versos intangibles que sin embargo puedo aparecer el sol cuando la aurora. ©LEIBI NG