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Rigor mortis

Sabe de ausencia, de extremo cansancio; se le va la mente por diversos lados y viene la imagen del cruel colador. El cuerpo resiste al avance insidioso. Distante, indolente, de no ser por la lengua, todo en él se hace rígido, agarrotado, tieso, imitando el filo de los acantilados vueltos dientes afilados de tanto viento y sal, de tanto olvido... Yo descubrí en el frío que la muerte no es más que la maldición de Dios sobre los cuerpos de repetir al infinito la historia de la mujer de Loth: No de sal sino de piedras y huesos en ausencia de sangre. El rigor mortis te deja hecho estatua: No regresas al polvo sino a la piedra. La vida es lo que alcanzas al contemplar el ir y venir de las olas o el inestable baile de las llamas. Si el hálito fuese visible, el vaho de la vida se adentrara movilizando huesos carne adentro. Lo he visto en la mirada de los locos que dejan las pupilas dislocadas en las cuencas impávidas del dueño ausente. Está el cuerpo piedra en dominio de una matrix cuerda por

​COITO DE LAS AGENDAS

En todas las agendas hay ciudades desiertas. Seres nominales de rostros alertas habitan en casillas de horizontales rayas de colores sobrios o grises murallas Los barrios son de días, de meses o de años y a veces me parece que a huelgas nos convocan. En todas las agendas hay un desconocido perdido en la memoria capaz de algún delito amenazante, extraño... A veces se han borrado los nombres de las calles y habitan por costumbre los fieles inquilinos. Es posible que al cierre de los grandes portales en todas las agendas, se enciendan los hogares con luces, con aromas de cenas y de postres... y es seguro que un nombre -sobre otro montado- practique el misionero letra a letra abocados.​ ©Leibi Ng

Vampiros

En el atardecer cuando su aguijón clavan del oscuro rincón o espiral larga asiste la vorágine asesina bocanada feroz de muerte o vida. Vampiros sin Señor siempre sin almas escuchan el fervor de los avernos surgiendo dos a dos tal vez en triada tinieblas en la gruta desvelada. ¿Qué más les puedo dar? Mi piel hoyada los glóbulos bermejos y calientes la mísera ración más sedentaria de quien trata de usar su fiel cabeza y no el resto del armazón destelengado ¡Ay, de mí que no encuentro estaca o bala argenta y sólo puedo imaginar un corazón atravesado!. ©Leibi Ng

OVACIÓN

Te llamé hermana y apreté tus manos largas. Sentí la admiración por tu cultura, trayectoria de besos, partituras... Te sentí alta en el trono invisible del poder que sólo dan los años, don de gente capaz de aglutinar en lo incorpóreo la belleza del arte en libertad. Te llamé hermana y vi unos ojos tristes y cansados y allí en segundo plano, la belleza pasada aún deslumbrante. Miles de halagos fieles y tu cordialidad. Cientos de seguidores para tu ingenio vivo. Y un garbo así intuido donde lo cuántico traduce encuentros nuevos apenas registrados. Te llamé hermana y supe de la pasión del Arte y del deseo humano que siempre es su motor. Te vi con ojos de alma y creciente estupor. Diamante y sus destellos, el sol y su fulgor... La vida es escenario actores a granel, a veces se nos llama para ser solistas y entonces se ilumina todo el ser en un instante de rápido esplendor. Luego, cuando el telón cae, regresamos al suelo retumbando aún el eco del clamor, los aplausos, los vítores y bravos d

Disimulas

Si cuando sé que estás triste, disimulas como quien hace esfuerzos por gustar ¿a quién tus cantos emites? Impresionas a más de una misterio por descifrar. Nuestra habitación brilla cuando cada uno se pierde en la mirada del otro, luces encadenadas hasta el cielo. Nada volverá a aquellos días en que hasta el agua tenía sabor. Me conquistabas cada día Amor que te soñé desde la infancia cariño dulce y maravilloso ¿dónde estás hoy? Encadenados desde el nacimiento hasta el final de nuestros días Te amo, lo sabes. Te necesito Llena el vacío que has dejado. Y a pesar de adivinar todas tus tretas, me mantienes atada a tu misterio. Tú y tus trucos de birlibirloque… Te dejo que te pierdas en mi horizonte buscando otras amantes. Los amores eternos necesitan desfogar sus pasiones en más de un tiempo y lugar. Y yo no sé desde cuándo estoy mirando tu arte de niño aunque los años lleguen sin pausa. Amor mío, dulce y maravilloso niño ven a mi pecho a jugar. Desde el principio de los tiempos me juraste

Del mar no quiero sal

Me he callado durante mucho tiempo pero hoy por fin comienza el viaje hacia el olvido. Espero que esta vez encuentre el medio, el preciso vehículo que alquilo más allá del horizonte donde tú sabes que el mar no se une al cielo porque se traga el sol casi al final del día en un festín rojizo de encomiendas que llenan de tristezas el crepúsculo. En ese ir y venir de las mareas yo sé que envían sus penas los desocupados del Malecón. Mensajes sin botella, que causan estupor de olas y ondinas. Colgado de una de ellas, tal vez, mis deseos por ti mueran ahogadamente. ¿Qué sentido tiene amarrar la barca y sentarse en el muelle a contemplar gaviotas mientras los peces saltan? ¿Es eso una bitácora del desamor? Cada herida emponzoñada en sienes y cada dolor que no expresé por compasión me condena al cáncer de los recuerdos. Yo ya no buscaré más nunca tu mirada y poquito a poquito serás menos que arena en este puño abierto que tu pasión quebró. Eras hermoso como trino de pájaros en las mañanas y t

Sustancia

No sé qué hay de entusiasta en despertar del sueño a la hora en que el sonido se ausenta por completo. Como auto liberada deambula la sustancia del alma derramada en otra geografía. En aparente dominio de materia, sin duda es ella quien respira. No hay voces, no hay ladridos, no gritos, no canciones… ningún sonido, sirena, ni el canto de los gallos… La maga gesticula sobre jardines plenos y en vez de hacer un truco se aburre de inclemencia. La intuición se aposenta rodeada de mil folios con el desierto a diestra un vergel a siniestra; al norte el horizonte al sur la enredadera. El mapa de mí misma se adentra en cordilleras quebradas de una en otra, como un zigzag de espera. Para decir sin voz y sin idea, carácter conocido, ni lengua hábil, la nada; se enredan lo que parecen letras: cuentas del collar ciego que anida en mi cabeza. Ideogramas perversos que sin ritmo se aciertan unos con otros, todos, sin ton ni son, sinsonte de voz hecha de miedos o total indiferencia de un cuerpo tortur