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Sin retorno la flama

Yo que de amores ya no quiero nada hoy me he prendado de unos ojos nuevos. Bastó un destello y un brillo ligero para incendiarme en el centro del pecho. Pronto supe que ya tenía dueña y que sus noches tienen techo y mesa pero aún así yo me quemé por dentro yo que pensaba que ya estaba seca. ¿Y ahora qué hago con ese destello? ¿A quién le paso la llamita nueva? Sin esperanza viaja hacia el retorno sin brisa fresca que agrande su flama sin un aliento que sople certero sin manos tiernas que su calor quieran. ©Leibi Ng

Se impone la melancolía

De pronto me despierto con un diálogo interno. Lo que vivo, ¿es lo cierto? Hay colores y olores y me entran por los ojos miles de objetos y suena en mis oídos la voz del hombre negro que lucha con la música a cuál irá primero. Todo tras la esperanza, todo buscando un asta para izar la bandera de los sueños. Los coros, las voces, los agudos constantes y las respiraciones jadeantes... vidas, épocas que no están y se niegan a escapar. Podría bailar, llorar, caer doblada por la nostalgia melancolía de una raza, con historia y una injusticia viva que arrastra tantos muertos que persisten in crescendo... Pero no. Se impone melancolía. Se sobrepone la vital existencia de la carne curada de sus magulladuras y entre amapolas corren las piernas que se estiran como gacela en África, como caudal del agua de pasiones que mueve las ruedas de la supervivencia... Suena, suena... apoteosis frena; el coraje baja de tono alcanza la dulzura y cesa. ©Leibi Ng

Desheredada

Aquí, vecina en tu casa, con la lluvia como herencia soy cigarra en dependencia (hormiga que entrega miel). No me duele mi destino porque la luz del camino propiedad no es de ninguno y a mí me sirve cual ley. De la noche que me ocupa tomo y dejo como tú. El transcurso de las horas me propone gran virtud, ya que sueño cuando quiero y del alba hago bolero cuando dormir no me va. Sigue dormido, mi cielo, que yo quiero caminar. ©Leibi Ng

Tormenta

La terraza tiene huellas rojas de cuadrúpedos en las losetas. Una mata de plátanos cedió su verticalidad al horizonte y ríe en ocre. No hay temor en estos ojos. Tan solo la victoria de un nuevo día. La tierra chupa lágrimas de a poco y sé que filtra sombras que conducen al mar. No evoco el pasado ni lo añoro pues jamás me abandonó el sonido de las olas. En los rincones, las raíces de bambú resisten y hay una invocación a la fuerza en su unión bajo tierra. Me asomo al milagro de este patio que renace, después del aguacero, besando en cada rayo de luz el sabor de la vida y del instante. No hay temor en estos ojos. Ni verso que lo desencadene. Enlace hacia un pasado improbable corre con el tiempo hacia su origen, igual que las lágrimas de nubes van hacia las cavernas que pisamos ignorantes de la vida en el mar que nos rodea. ©Leibi Ng (Cualquier parecido con Pavese, es cierto)

ÚNICA YO

Santo Domingo. El Dinero Yo sola contra el ruido aquí en lo alto. Única yo, mirando a las hormigas. Me gano la hermosura donde existe. Ignoro hoyos y grietas donde gritan. Concedo, pues hay otros militantes del suelo, el viento, el agua... y hacen fuego. Trafican con basura, luz y cables... tumban árboles... camiones repletan. Violan el rojo, el azul, el blanco: no reconocen niños. Son ladrones. A veces pienso que la ciudad es mía. Que sus calles me habitan donde piso. Entro y salgo por todas sus esquinas. Subo y bajo por cuestas y avenidas. Penetro por ventanas y balcones... Tropiezo, caigo y a veces, levito. Y es desde mis pies que pisan fuerte de donde crezco hacia lo alto sin medida. No importa que sin techo viva Cero límite aquí. El paso pido. Soy dueña por derecho. Así lo ejerzo. ©Leibi Ng 

GRITO

Un solitario grito en madrugada, solapado, furtivo, desgarrado... ábreme a dimensión de olvido la voz que hasta el momento se callaba. Uno solo, sin eco ni constancia, denuncia de los sueños sus abismos. ©Leibi NG

SONRISA

SONRISA  La luna, sobre mi lecho. Sus luces sobre mi almohada. Escarcha en la tela blanca, escamas de puro nácar. Contemplo la luna, luna sobre mi pijama guarda. Al levantar la cabeza su sonrisa me hace gracia. ©Leibi NG