A César por la lejía
Voy a morir de nuevo con tu nombre entre dientes.
Aderezado siempre con pimentón picante.
Tentáculos de sílabas que parto en pedazos.
Trozo a trozo ocupando mi nudo en la garganta.
Niego la pesadilla aunque el grito se ahoga.
Sueño lúcido niego; no soy yo quien invoca.
Es sólo que el reloj de mi tiempo en tu tiempo
se detuvo en los huesos de un pasado esqueleto.
Lo triste es que si vienes e ingenuo me preguntas:
“¿Me llamaste, tal vez?” Te mentiré sonriendo:
“¿Quién?, ¿Yo? ¡Jamás! Tú siempre alucinando”.
Y morderé tu nombre desgarrado de letras
que taimadas se agrupan de otra forma en mi lengua,
esta cárcel de dientes que resucita siempre
tu nombre, ese que muerdo en silencio en mi boca.
©LEIBI NG
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