Ir al contenido principal

Siempre será septiembre…



¿Puedes no recordarlo?
la patina violeta se instaló sobre cuadros
opacando los rostros por siempre eternizados
y estás tú como un dios
diste nombre al coraje de instituciones anémicas;
el tronco sideral, eco apenas nacido de democracia endeble;
mi niñez asombrada
en el mismo país que apenas repuntaba
escuchando tu voz en las mañanas nuevas de barrio esperanzado, caseríos de tablas, planchas de zinc oxidados…

Y hoy que nada cambió.
Cuando subo al Baluarte, garganta a viva voz ondeando en cuatro cuartos crucificada en blanco...
Todo siempre es igual. Las mismas meretrices y los palomos sucios.

Este reino que es tuyo desde el norte hasta el sur
los valles que pisaste con estatura atada a puntas de una estrella
la mezquindad enfrentada, la calumnia vencida en madrugadas frías,
la desnudez del hambre...
Este país natal que se anega en el llanto.

¡Qué fuerte el enemigo que hacía comer un cable!

Ahora está de moda dejarse el pelo cano y todos somos ovejos
pero tú permaneces con flores en el pecho
y tu frente está siempre interrogando al cielo
luminoso y sereno pues solo tú sabías

cómo enfrentar al clero con su medroso anhelo, seguro de sí mismo;
la vieja oligarquía, trujillista a matar,
y los que ganan más aunque inviertan de menos en la ruleta viva
que descuartiza al ternero.

Nos dejaste desiertos de herederos.
¡Me han engañado tanto y soy tan incapaz!
Prefiero la cordura del lumpen evasivo
a enfrentar realidad.

Hoy resuena tu voz en mi cabeza

¡Qué soledad tan tierna es la melodía primera:
tan morada, tan sobria, tan única en su celda
con sus hierros sin flores ni estrellas.
Abandonada en dos. La vanguardia sitiada,
se muere en tu silencio de sideral espanto,
tus ojos tan magnéticos denunciando el error
¡Tanta torpeza y oportunismo de individual calaña!
tu infinita vocación de profesor burlada en medio de las ruinas
y solo los lagartos pasean por la casa desde la enredadera.

¡Oh, Señor!
Aparta de nosotros el semblante del miedo.
Haz que otro Salomón resurja en este tiempo
y haga a uno de los dos, salvar al hijo sin dividirlo en dos.
Pero sé que echa chispas el filo de la espada.

Regrésanos a ti:
que tu voz inconfundible retumbe en la alameda,
al grito de liberación,
y que sea la verdad, la no fingida
la que cubra cual manto mi camino de arrugas sobre la propia piel.
©Leibi Ng

Comentarios

Entradas populares de este blog

SIEMPRE EXTRAÑA

A J. que ama demasiado Olvídame en el Metro como a un libro. No permitas que nadie me devuelva. ¿En qué lugar? Donde el vagón se rompe, lejos de tus dos ojos que han mentido. Alejada de Dios, que sin ser tuya pisoteada por mil, como un repudio, la tristeza redonda en arandela querrá romperse como una quimera. Y es por permanecer así humillada por lo que el trajinar convierte en alas el destino final de desterrada… Rosa mustia de espinas despojada. Pero se queda en mí tanta palabra: demencia de perderme, siempre extraña. ©Leibi Ng

La deseada

Ella dice que no, que mejor sola pero su cuerpo habla y otra cosa pregona. Su espejo la disfraza, no se ve como es. Una sensual consciente con poros anhelantes y la vida latiendo temiendo en el secreto la sequedad que avanza.. Se muestra cada día como se le permite; aparentando dicha o un júbilo discreto. Exhibe mil sonrisas y apertura a la vida pero yo sé que adentro hay lágrimas sepultas. Cada imagen reafirma su soledad brillante cada verso, su angustia sofocada y distante Penélope o Medusa en ella se acorralan ni admite ni confirma ni cede ni reclama. Cada curva lasciva es un beso no dado Los cabellos, los labios, los ojos, las orejas... El pecho se despliega, doble página abierta. Todo en ella es entrega: -Mírame, soy la fruta deliciosa que anhelas. Presta estoy a tu abrazo. Me muero por ser tuya. Y así pasan los días, con su contradicción. Es "perfecta" da charlas, enseña a ser feliz. Y cual Pierrot oculto en un hogar desierto se muere por vivir. ©Leibi Ng

Era que no

  Era que no quería inesperadamente un hado se posó en medio de los labios. Silencio inexplicable pendiente de un misterio el mundo suspendido al paso de un segundo y tu mirada en mí y mi alma dentro tuyo. Adormecida Cual resignada lluvia no hay nada que ofrecer en resistencia sí una pausada tregua mientras tanto Vendrá la aurora para recuperar la voluntad perdida ese instante indomable que controlas y serás nuevamente tú, la única, la autora original fiel a ti misma. Todo será recuerdo y aguacero. ©Leibi Ng