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Tus frágiles cartas

Como un antídoto a mi desconsuelo, esperaba tus cartas con denuedo; un trago de la aurora, escritos eran, un buen remedio que de angustias y celos indefectiblemente me salvaban. Y me iba en soledad misiva en mano sonámbula, frugal, casi fantasma, sin otra meta que dormirme en vida, sin más misión: que tú me despertaras para morir de amor, a saltos de ojos y envuelta con tu esquela en las pestañas, de ilusión revivir letra por letra impreso en esta mente y en el alma un siempre tú y yo entretejido en tus cartas. ©Leibi Ng

Elsa Bornemann, con eterno agradecimiento

Elsa Bornemann. Fotografía de el diario Clarín. Ella puso palabras y escribió ilusionada de células que crecen y manitas lavadas. Se metía en las historias de grandes elefantes con reyes de años verdes y miedos aterrantes. Ella habló de los chicos que están enamorados y su luna preciosa se posó en muchos patios. Jugó con los fantasmas, delfines y los gatos; de su  mano surgieron dunas, playas, retratos... un Bruno hecho gigante y una mujer enana -que no me gusta nada-. Elsa, argentina, plena, de duendes rodeada diste a la narrativa razón, pasión y ganas, dimensión hacia el hombre de una raza nombrada: Ser niño no es ser tonto, ser niño es tener alas. ©Leibi Ng

Muero de amor

Perrault_Leon_Jean_Basile_Cupids_Arrows Muero de amor y sigo tan contenta que en mi mortaja versos se acotejan como si fuese vida y no truncase el árbol vivo de mis sentimientos. Mi razonar volcase en este intento de escapar de Cupido, fiel arquero firme perseguidor, por demás fiero capaz de atinar ciego, tan certero. Consejo, total, que todo mortal se guarezca infeliz de dicho mal y porque siempre da mal resultado que resulta mejor quedar herido pues vida da al morir en desafío y al final no se salva ningún vivo. ©Leibi Ng

Partenogénesis

Y esta mirada virginal de quien no espera nada se posa en las huellas desgastadas de caricias extinguidas por la llagas. De la aurora a la noche, el quehacer de las hadas envuelve el leve llanto de la dama ensimismada en mí, disuelta en mí, resignada… No negaré que renació y brotó en nuevo hábitat. Obligada a crecer, avanzó sin palabras. Se subió al caracol del tiempo de alambradas y tendió el corazón en una de sus ramas. Una apariencia da de risueña y amada seguros de eso están los pájaros del alba. Transita como monja de plena caridad de cama en cama, consolando a las almas. Solitaria y feroz domina sus manadas y en ausencia de dos, se retira triunfal, mas derrotada. Partida en dos, escindida mortal, más que quebrada. Ella es una y es más, ella misma tal vez multiplicada. ©Leibi Ng

MUECA

Él me enseñó a reír cual las alondras: Sujeta al paladar del mismo Cielo. Ajena por completo al desconsuelo de una Tierra plagada de infortunios No quiso que posase mi mirada sobre la servidumbre vulgar o cautiverio, ni sobre la sangre de la presa devorada por algunas fieras. Apartó mi mirada, mis sentidos de la ausencia de amor, de la congoja… Me quiso frágil, suave como blanco cisne... me quiso alba y luz cual risa pura. Pero a pesar de vivir sólo una parte, el dolor, la prebenda, la mordida, desdichado sitial de lo confuso, emergió de su oscura pupila. Aunque mirase únicamente al Cielo de sus ojos, océanos inmensos, brotó un día el dolor multiplicado y me arranqué los ojos por no verlo, y me aparté de él por no sentirlo. Desde entonces me piden que sonría pero la boca mal cerrada es mueca y aunque me eleve al cielo de la alondra reír sin él ya no tiene sentido. © Leibi Ng

Insepulta

Una capa de arena tras otra sepultan mis movimientos Y quiero gritar, mas no puedo Y quiero escapar, pero no se termina. Estoy cada vez más pequeña dentro de mi misma donde tus recuerdos me tienen prisionera. Es como recorrer por dentro a un gusano espacial: viajo directo a la caverna de su boca donde la luz no llega y me enterraron viva como a una concubina en mitad de una pesadilla que regurgita en la memoria son los círculos en el agua de una piedra lanzada con violencia desde la otra orilla. Las agujas del reloj arrasan con mis sueños minuto tras minuto; el mundo es esa esfera suspendida y pendiente en el espacio que se encuentra dando vueltas sin cesar con una lentitud calculada que hace flotar los seres y las cosas. Como badajos desprendidos de mis campanillas los deja vu crean retruécanos en mi cabeza ¿Cómo fue que pasaron ocho años tan rápido? Aún me pregunto: ¿qué fue lo que dije o hice para encontrarme sola caminando a la orilla del río? Sólo los olmos enfermos me contemplan

Capitán de mi Alma

Nelson Mandela Vencí la humedad del musgo en la lúgubre y estrecha celda. Vencí al dolor reflejado en las pupilas. Vencí la tristeza que ocultaba la sonrisa. Vencí el rumor, la calumnia y el desprecio. Me alcé sobre los montes del prejuicio. No sucumbí al poder, la tentación ni al verbo malicioso de los escépticos. Probé que ser hombre es dominar el miedo. Oh tierra que te hiciste ancha para aguardarme. Oh, cárcel que me diste alas para elevarme. Oh, firmamento que amplificaste el grito de libertad llevado hasta el más recóndito ángulo del Planeta. Oh Sudáfrica amada, mezclada en los colores de la siembra segregada en la distancia de tu infinita sed de paz me integro a tu paisaje para no desligarme de tu amparo. Porque eres mi amante, deja que derrame mi semen transparente por la igualdad del hombre. Te cubriré con la roja virilidad de mi sangre que es igual a todas las sangres donde sólo el coraje proclama la verdad. He preñado las calles de Pretoria de seres dignos que ya no se valor