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Mirada

  «El amor es esencialmente un milagro». Miau, el chico secreto Si miras desde atrás al horizonte, el sol se oculta en destellos de fuego pero el agua que viene nos tragará humillándonos en arena. Eso sí, ni tú ni yo tenemos miedo al rugido del mar ignoramos el amenazante vuelo de las gaviotas la cercanía de pequeños cangrejos hormigas caribes la brisa fría... Perdidos, tú en mis ojos y yo en los tuyos, provocamos esta parálisis total que siendo clímax se parece a un final. ®Leibi Ng

En horas de la noche...

  Este patio agoniza la auyama se arrastra en una reverencia a la pesada sombra rosal de bayahibe no pretende las flores incapaz de crearlas sin un baile de abejas. El perro se agiganta lo mismo que un espectro en la pared del fondo suspirando paciente en la serenidad. Como una solterona la orquídea me contempla en su tarro de inconmovible espera y me siento indefensa ante tanta penumbra sin recordar que al cielo no lo puedo engañar. Cuando llegue la aurora y el ruiseñor despierte en mis sueños, su canto, me dará libertad. ©Leiby Ng

Jugaba con el alma

  Su nombre era una s y en sus pupilas oscila el azul como si viera el mar sin horizonte. Supongo que había cobre entre sus uñas o sal debajo de su axila como un país con minas sin fronteras. Jugaba con el alma buscaba al niño ido que perdió en el cortijo. A veces olía a viñas, otras a orujo o vodka pero siempre besaba con sabor a romero De su risa salían pelis para la siesta, de vaqueros e indios Rezumaba ternura aunque era un hombre grande y aún con uñas pintadas era un chico muy guapo. Por alguna razón llegaba a mi en su tinta cada vez que escribía mensajes a su amada y a miles de kilómetros se encendía mi pantalla. ©Leiby NG

Viaje

Ninguno de nuestros pequeños gestos sobrevive. Ni un opaco destello de las intensas miradas que un día nos fundieron. No hay aroma de hogar, ni palpos enlazados en la penumbra del mediodía. La cotidiana entrega que pasó de ser pura a la desesperanza. Ahora no hay emoción en el recuerdo Tal como se ve, un film que no nos interesa cuando llega la noticia de esperada muerte. Abordo de nuevo el tren que atraviesa el tiempo. Por mis ojos transcurren los paisajes deformes. Intenso tragaluz que devora y devuelve a la que fui, a la que soy, a la que se convierte… Animal despojado de autodefensa que escapa de la disolución y pone fin al ruido de su propio interior. Al final quedo libre de la pasión, la lujuria, el veneno… y en medio del dolor siempre sabré quién soy. ©Leibi Ng

Sin desperdicios

Una fortuna contada por segundos acumulados es la vida. Al llanto primigenio siguen las sonrisas y también la euforia de los primeros años correteando libres como lagartos sin escoltas. Somos la herencia que se consume lenta desde la cuna hasta la tumba. Justiciero implacable el padre Tiempo, no permite derroche tampoco el exceso. Así va la vida como hipoteca de oro. En el balance de los días mejor llegar al fin sin arrepentimientos. ©Leiby Ng

S/título

 Recuperé tus ojos un segundo cuando abrí mi portal a tu mirada. Tu noble ver. Tu bien. Mi mal... Perdí el aliento soñándote lejano. Bebí tus letras, viví en tu novela. Con otro remitente me hice viuda y cerré mi cancela con tus ojos en cada una de mis manos. LNG dos mil algo

PANTALLA

La noche extasiada ilumina tu cara. Desde donde estoy contemplo tu sonrisa con el feliz chateo y no puedo evitar disfrutar tu inocencia. Tu absoluto momento. Un simple transeúnte, un caminante solo y todo lo que veo es patrimonio mío. Los hogares que albergan felices habitantes o patéticos seres sedientos de cariño. La acera con sus árboles y los jardines lindos; la cuneta ya limpia, ya llena de atropellos… Los perros y los gatos, los ladridos, suspiros... El carro mal parqueado, los tanques de basura, las esquinas que doblan junto a motores ebrios. Camino bajo el cielo estrellado y lo siento como un segundo techo que protege mis pasos de nube solitaria. Una que ahora sonríe porque adentro se lleva tu cara iluminada. ©Leibi Ng