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Herencia capital

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  Cual padre paranoico reiterando las mañas remarcando las huellas con persistencia y tino de camino sin fin permanecen las cosas sobre las que navega sin nave repitiendo del Cristo los pies en lo intangible que se mantiene a flote convidando el asombro. Es eso que transcurre que fluye aunque no mane que valoran cual oro pero oro no es. Un camino infinito hecho con eslabones  en certezas bordados, pérdidas invisibles, pero frágiles lágrimas o pompas de jabón. Todo el mundo lo tiene y todos dilapidan especialmente yo. Quienes llevan agendas saben de lo que hablo si queda sin hacerse, la cosa no cuenta como un hecho y pasa a los pendientes, igual de acumulados. Preciso, rencoroso, mudo, cruel e implacable parece detenerse cuando chocan las almas asunto del destino o de física cuántica que unos llaman amor. Sigue a sus tres cabezas: hombre, toro y león guadaña parricida, impasible matón. Al final, él te espera sentado en el panteón. La ilusión siempre viva te hará sentir que eres...

Cuela luz

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  Remedio Varo: "Cazadora de astros" Sobre ruedas va, colando luces. Hermana con la brisa que entrecoge. De vocación dual: risueña y triste cerrada y a la vez al mundo libre. Sube y baja en vaivén el tiempo esparce: barrotes de metal, también de aire tejida por la urdimbre de su talle. La puerta abierta es sólo un requisito en lo intangible: que en su interior la vida se acomode. ©Leiby NG Colando luces
 No es solo crecer en medio del caos. La dependencia y el desconocimiento la hoja en blanco que es la infancia cuando nadie te explica ni te apoya y el mar de emociones bramando… Observar a otros se convierte en rito. La literatura reemplaza la vida y las palabras imitan a la acción. El joven Werther con su desventura se reitera con sus botas marrones y su chaleco amarillo. El amor imposible, el alma gemela, el negocio viable… Descubrir paso a paso nuestro propio sentir en un paisaje ajeno. ¡Bendita pandemia! Un parón del mundo ha resultado un viaje. Pero nada encaja en el paisaje y el tren se aleja separándome de mí.

Era que no

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  Era que no quería inesperadamente un hado se posó en medio de los labios. Silencio inexplicable pendiente de un misterio el mundo suspendido al paso de un segundo y tu mirada en mí y mi alma dentro tuyo. Adormecida Cual resignada lluvia no hay nada que ofrecer en resistencia sí una pausada tregua mientras tanto Vendrá la aurora para recuperar la voluntad perdida ese instante indomable que controlas y serás nuevamente tú, la única, la autora original fiel a ti misma. Todo será recuerdo y aguacero. ©Leibi Ng

Tiempos

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  En el pasillo, cuadros torcidos y en mi memoria el humo asciende como una torre hacia las nubes. Se funde el tacto con los aromas, colores, brumas, planos, esferas... pero el recuerdo juega a esconderse en grietas fijas. Rincones que recorro tras los fantasmas, (que no otra cosa son las acciones que ya pasaron) y allí se esconden para asustarnos en una infancia congelada. Todo se asocia, todo se hermana: rostros, palabras, voces, amagos... Nadie quiere olvidar lo que se olvida, aunque el diario vivido no pierde páginas, no hay duda de que las letras terminan ilegibles por el llanto. Y está lo contenido: lo que no se dijo, lo que no se hizo... De lo íntimo no se habla pues queda disociado; aunque se haya vivido en compañía, se evoca en tiempo solitario tan adentro, tan escondido como el secreto, como el pecado. Seguros de que elegimos quedarnos con lo mejor y que el tiempo devorara lo podrido. @Leibi Ng

Transparencia

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Con las manos en el agua... viajo en ondas. Me hago pura. Con las manos en el agua me desbordo en yin y en yang. Ritual que me abre las puertas, siete chacras y un prisma. La luz nace libre y tierna como el agua. Mi sangre se encoge y la piel se arruga como si quisiera agarrar luz desde siempre inapresable. Yo anhelo ser como ellas: como el agua con la luz. ©Leibi Ng

La tía en la memoria

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  Era un tiempo de sol y pueblo en los tejados un baño para todos a cielo descubierto una pluma demócrata  que no negaba el fluido y unas vacas lejanas en un llano sin cerros. Siempre de bicho raro, buscaba el aislamiento debajo de una mata  dibujando las sombras y allí iban a encontrarme  chiquillos parlanchines a quienes una «china»  les parecía muy rara. Era un tiempo alejado de todas las pasiones nadie sabía de heridas ni traición o zarpazos y sí, mucho de risas, chismes, chistes y cuentos. Gorgojo en habichuelas no nos quitaba el sueño aunque el rebuzno épico  de burros en la noche en el rancho lograba alborotar a todos. Era un tiempo con tía rodeada de muchachos tan buena, tan chistosa, tan repleta de vida... Hoy recuerdo ese afecto  que nos salía del alma en la pradera limpia del patio de mi tía. Siempre evoco las risas, los susurros, los besos, el baño para todos... y me pregunto dónde quedó tanta inocencia buscando en las arrugas del rostro ca...